INTRODUCCION
Entre los países integrantes de la comunidad iberoamericana, y concretamente los de cultura
siempre emergente, en las mezclas y las mutaciones de raíz histórica, Cuba es uno de los más
importantes, no sólo por los avatares de su historia, desde 1492 hasta la fecha actual, sino sobre
todo por las ramificaciones de su identidad y su cultura, y especialmente el peso que ha adquirido
esta dentro del área del Caribe.
Después del extenso período que va desde la instauración histórica de una República, hasta
la derrota de la dictadura de Fulgencio Batista en 1959 —casi con exactitud sesenta años—, se abre
el polémico arco sociopolítico conocido como Revolución Cubana. Es un fenómeno cuyo origen
está en las bases mismas de los movimientos de liberación nacional, surgidos a lo largo del siglo
XX en Latinoamérica, y sustentados, en sus inicios, por las ideas nacionalistas liberadoras del
legado independentista del siglo XIX. En Cuba tuvo una fuerte resonancia, precisamente en dos
guerras de liberaciόn nacional, protagonizadas por figuras que combatieron el colonialismo español
desde la perspectiva de la creación de una República independiente.
Con la derrota de las fuerzas del general Batista y la entrada, en la arena sociopolítica, de
Fidel Castro como líder del movimiento revolucionario, Cuba entró en una etapa por completo
distinta de su historia. Comenzaron a ocurrir transformaciones sociales radicales de tipo
nacionalista, y a sentirse los efectos no sólo de la rivalidad con los Estados Unidos — ya desde
antes de las declaraciones a partir de las cuales Cuba emprende el camino del socialismo, con todo
lo que esto implicó durante 30 años de socialismo comunista real, en las relaciones con el bloque de
los países de aquella comunidad regida por la Unión Soviética —, sino también los efectos de una
política de dirección del país en tanto “plaza sitiada” por el imperialismo.Puntos devista
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divergentes, han convertido a Cuba en un “Estado de excepción” muy controvertido, con tantos
adeptos como detractores.
La cultura cubana en tiempos de la Revolución, quiere heredar las tradiciones más fuertes y
creativas de la etapa conocida como La República. Pero el poder revolucionario se afianza y se
interesa mayormente, en términos de interés político-cultural, o de pura identificación política, a las
tradiciones patrióticas —o que han devenido culturales desde la perspectiva del patriotismo como
sentimiento que pasa por el arte, la literatura y toda la cultura— del siglo XIX, que es el siglo de
José María Heredia, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Antonio Maceo, Juan Clemente Zenea, Carlos
Manuel de Céspedes,José Martí, Ignacio Agramonte, Máximo Gómez y Cirilo Villaverde, por
mencionar sólo algunas figuras donde cultura y sentido patriótico quedaron fuertemente unidos por
lazos que ya forman parte del imaginario cultural e histórico de la isla.
Sin embargo, en virtud de aquella rivalidad histórica, muy concreta, entre los Estados
Unidos y Cuba, y también en virtud de la entrada de Cuba en la órbita del socialismo real desde el
segundo lustro de la década del sesenta hasta la disolución misma de esa comunidad socialista —la
URSS y los países socialistas de la Europa del Este—, la historia y la cultura cubanas en el período
de la Revolución adquirieron un conjunto de singularidades que vinieron a “deformar” o “adulterar”
el contenido y la praxis de conceptos tales como nación, identidad, soberanía, campo intelectual,
arte, literatura y desempeño social de la cultura.
Partiendo de esa premisa, o sea, de la singularidad histórica de los orígenes de la Revolución
cubana, y también de su desarrollo a lo largo de todos estos años, y asimismo partiendo de esas
deformaciones posibles y del carácter de las ideas del poder revolucionario — de quienes lo han
detentado— en torno a la cultura, sin dejar fuera algunos rasgos del desarrollo de la cultura literaria
durante cuatro décadas, nos ha parecido pertinente enfocar nuestra tesis hacia el tema de la política
editorial en el período de la Revolución, desde sus inicios hasta años recientes. Creo que es un tema
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y un área de estudio muy ricos, cuyo examen nos permitiría llegar a significativas conclusiones
sobre el comportamiento de la política de la edición de libros —me refiero en general a la literatura
— en relación con sus aledaños, especialmente el entorno creativo, el comportamiento de las
figuras del escritor y el intelectual, y también el desenvolvimiento de la literatura nacional a la luz
de los vaivenes de esa política de ediciones, que a su vez refleja, en alguna medida, los cambios
históricos y las modificaciones que ha venido experimentando la Revolución y su imagen dentro y
fuera de la isla.
Luego de revisar la bibliografía sobre el tema y reflexionar sobre la historia de Cuba durante
y antes del período revolucionario —digamos, el lapso inmediatamente anterior, comprendido en
las décadas de los años cuarenta y cincuenta—, me he planteado como primera hipótesis que la
Revolución cubana, originalmente un movimiento emancipador-liberador anticolonial, se trazó
pautas de trabajo cultural y editorial específico que, en principio, se articularon con necesidades de
diálogo y de desarrollo cultural dentro de los marcos de las tradiciones cubanas, insertadas en la
historia misma de la nación. Se concibió un proyecto para la cultura (y la editoria) de raíz
humanística que funcionó con coherencia y éxito durante los primeros años sesenta, a pesar de la
presión de algunos funcionarios de la cultura en aquellos años. La segunda hipótesis seria que, en la
lógica necesidad de defensa de la ideología revolucionaria , y en virtud del mantenimiento y
desarrollo de ese proyecto nacionalista y anticolonial, se adulteró el sentido de la utopía cultural, de
raíz martiana —la libertad desde la cultura y para la cultura, para la libertad del hombre—, y se
cometieron errores tácticos que podríamos esquematizar para entender la esencia del desarrollo
fuertemente anómalo de la política cultural en la etapa de la Revolución. Me refiero al enfoque
articulado, desde la perspectiva de un poder político-social unitario, de tres instancias: 1) el control
estatal constante de la cultura artístico-literaria y de sus pautas concretas de desarrollo institucional,
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2) la idea de que la creación artístico-literaria debe enfocarse desde la óptica de la Revolución, y 3)
el compromiso social del arte y la literatura (y, por consiguiente, de los artistas y los escritores).
En el desarrollo de nuestra tesis iremos viendo cómo, específicamente, la política de la
cultura referida a la edición, concretada en lo que sería la política editorial, experimentó
modificaciones apreciables desde su gran momento programático inicial, en 1961 —fecha en que
Fidel Castro pronuncia sus Palabras a los intelectuales —, hasta los años recientes. Y también
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iremos viendo cómo, independientemente de esas modificaciones, dicha política editorial ha
mantenido una esencia básica que se relaciona con esas instancias, pero sobre todo con la primera
de ellas.
Mis objetivos, al diseñar esta tesis y la investigación que la sustenta, fueron dos: en primer
lugar, describir y analizar las características de un proceso donde se pone de manifiesto que la
política editorial en Cuba revolucionaria, dictada por el Estado y las instituciones de la cultura, ha
sido, en su base histórica, concebida para organizar el mundo creativo de los intelectuales y
escritores y para trazar un horizonte de amplias expectativas culturales que responderían al anhelo
revolucionario de ensanchar la cultura, como uno de los logros que pondrían de manifiesto la
necesidad —y sobre todo la eficacia— de un proyecto revolucionario como el cubano. En segundo
lugar, pretendo demostrar cómo, en ese propósito, subyace una incesante necesidad de control
estatal de la creación artística, como se demuestra a lo largo de la historia de la Revolución, con
indicios referidos al marco de libertades creativas posibles, dentro del casi siempre tenso diálogo
entre el Poder —político y sobre todo ideológico— y los intelectuales , diálogo que comprende
varias etapas y adquiere diversos tonos y formas.
Las dificultades presentadas durante la investigación se resumen, fundamentalmente, en las
fuentes bibliográficas consultadas. Salvo algunas fuentes específicas, que se enfocan abiertamente
La edición consultada de Palabras a los intelectuales, es la que realizó la revista digital La Jiribilla, semana del 19 al
1
25 de noviembre de 2005. Ver www.lajiribilla.cu
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hacia el proceso de la política editorial —sus zonas específicas, sus aciertos y desaciertos, y la
historia de las instituciones vinculadas al mundo editorial y del libro en general—, la mayoría de
ellas configuran un sistema útil de referencias histórico-culturales que van subrayando, de manera
indirecta, los vínculos entre la historia de los últimos cincuenta años en Cuba y esa política
editorial.Esta cualidad nos ha servido para enfocar mejor la investigación y detenernos en algunos
jalones del proceso, y así comprobar que ha sido no sólo un proceso rico de matices, sino que
además ha demostrado poseer una unidad básica y una singular capacidad de mutación, como se
verá en el desarrollo de esta tesis.
Es así que nuestro método de trabajo ha sido el de la confrontación de la bibliografía sobre
el tema central de la tesis, con aquellas referencias bibliográficas —generales o específicas— que se
refieren al proceso histórico cubano, al proceso social y estético de su literatura, o al proceso de
otros fenómenos circunstanciales, a partir de los cuales hemos podido construir un panorama
analítico del comportamiento de la política editorial, su desenvolvimiento, sus orígenes y
propósitos.
Nuestro trabajo posee una estructura que consta de dos capítulos. En el primero, “ Los
intelectuales, los libros y la política”, introduciremos algunas valoraciones sobre el contexto
histórico-cultural desde donde se promueve la difusión del libro en Cuba después del triunfo
revolucionario. Asimismo intentaremos establecer lo que ha sido, en el contexto del socialismo
cubano, una política editorial, y tendremos oportunidad, allí, de establecer cómo fue su génesis y
cuál fue, en términos generales, su desarrollo. Por otra parte, procuraremos dar forma concreta, en
el caso de la Cuba revolucionaria, a los vínculos entre los intelectuales y la literatura, a la luz del
contexto sociopolítico en sus diferentes etapas, lo cual se pone en evidencia en los distintos criterios
de la edición en Cuba a partir de 1959, presididos por determinados documentos que,
interconectados, han devenido documentos programáticos de la política editorial cubana, cuya
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evolución se ve en la creación y el trabajo de las casas editoriales y sus perfiles de edición. También
haremos alusión al mercado del libro, especialmente en el nuevo contexto cultural que se abre a
inicios de los años noventa, y a las modificaciones que trae, para el mundo de la edición de libros y
para el clima creativo, las Ferias Internacionales del Libro de La Habana.
En el segundo capítulo de nuestra tesis, titulado “La literatura, el escritor y la crisis de la
utopía”, profundizaremos en algunos aspectos tratados en el primero, pero desde perspectivas
diferentes. Allí nos referiremos a la relación específica entre las editoriales y el Estado, y,
concretamente, a la interconexión entre los escritores, el programa del llamado “Realismo
Socialista” —de acuerdo con su modalidad cubana—, y el concepto de literatura que ya iba
manejándose entonces. Desde esa base, nos referiremos al diálogo entre el realismo y la literatura, o
sea, la que tiene como centro a los temas y personajes emanados de la Revolución en tanto cambio
histórico-social. En ese capítulo aludiré a las tensiones entre la literatura de imaginación y la
literatura realista, y me adentraré en el tema del llamado Quinquenio Gris, que en el caso de la
política editorial revolucionaria es imprescindible abordar. Luego me referiré al asunto —insertado
en esa política como objeto esencial— de la obra de los escritores cubanos que marchan al exilio
por motivos políticos, o que han decidido establecerse, trabajar y vivir fuera de la isla, un dilema
que se actualiza ya a fines de los años ochenta en Cuba y que coincide con el surgimiento de una
nueva etapa de la historia y de la cultura nacionales. Por último, tendré oportunidad de referirme al
contexto contemporáneo de la cultura cubana —una larga etapa de “restauración” que, en sí
misma, contiene varios momentos y que empieza en la década de los ochenta, pasa por los años
noventa y llega hasta hoy— a partir del enfoque del mundo de la edición, las condiciones históricas
nacionales y las mutaciones del proyecto revolucionario y su sentido utópico, al menos en lo que
toca al escritor, la literatura, el mundo del libro y los vínculos que ellos establecen con el Estado,
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