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1. Introducción
Mario Vargas Llosa es un autor peruano muy conocido en el mundo,
incluso en Italia, sobre todo por sus novelas y cuentos, aunque éstos sean sólo
una parte de su producción literaria. A leer su bibliografía completa,
descubrimos un artista eclético, un hombre curioso por ampliar sus intereses y
cultura y un escritor capaz de opinar sobre cualquier cuestión y con la rara
cualidad de seguir un hilo lógico en sus consideraciones. De este modo, su
opinión parece siempre un aporte útil al debate, incluso cuando no es
compartida por todos los demás. El lenguaje de la pasión, por su naturaleza de
antología de textos periodísticos híbridos, es una prueba perfecta de este
manera de ser ecléctico, intrínseca en el autor, porque guarda en su interior
escritos que opinan sobre la política, sobre la literatura y sobre la actualidad.
Comparten sólo un rasgo: el estilo. A lo largo de todo El lenguaje de la pasión,
quien escribe es un periodista que, aunque desarrolle temas diferentes, lo hace
siguiendo siempre el mismo estilo, donde el argumento está introducido al
comienzo del texto a través de unos párrafos sencillamente neutrales y el lector
se entera claramente sólo en la conclusión de cuál es la opinión del autor, no
antes.
Esta capacidad de describir situaciones y acontecimientos sin tomar
partido, al comienzo, para ofrecer al lector la posibilidad de crearse su propia
opinión es algo que, desafortunadamente, hoy en día coincide demasiado
raramente con el campo del periodismo, de manera que, desde mi punto de
vista, aprecié aún más esta obra de Mario Vargas Llosa e intenté traducirla
teniendo en cuenta este ejemplo de neutralidad estilística. Como no nos
enfrentamos con una novela o con un cuento, sino con una antología de
textos, tuve la posibilidad de establecer de manera totalmente libre el criterio
de elección de los escritos para traducir y no puedo ocultar que, al principio,
esta libertad me causó numerosos problemas.
Cuando me dí cuenta de que no sólo en cada ensayo, sino en cada
palabra había algo del autor, porque cada elemento de su lenguaje ocupa una
posición estudiada y nada está escrito para cumplir las órdenes del editor, mi
elección se conveirtió en algo muy sencillo. La verdad es que esta obra puede
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considerarse como el perfecto “pasaporte” de nuestro artista, una presentación
para las personas que todavía no han leído nada de él y que, a través de esta
antología, descubren el Vargas Llosa periodista, por supuesto, pero no sólo. Se
enfrentan también y sobre todo con el Vargas Llosa hombre, que disfruta del
tiempo transcurrido con los amigos (como podemos leer en “Sombras de
amigos”), que no tiene miedo a profesar su ateísmo y su posición precisamente
contra muchas elecciones de la Iglesia (como en “Dios los cría” y “El señal de
la cruz”) y que tiene la capacidad de convertirse en pintor y dibujar, delante de
nuestros ojos, por medio de sus palabras, retratos dignos del mejor artista,
cuando nos describe a alguien que lo ha impresionado, y no es importante que
sea alguien conocido o anónimo (como Miss Margareth Elisabeth Trask en “La
señorita de Somerset” o Nelson Mandela en “La isla de Mandela”).
El número elevado de las notas, al final de las páginas, comprueba el
increíble bagaje cultural de este artista y su capacidad de pasar de la política a la
literatura, sin olvidar la historia y la actualidad, pero sin ser nunca pesado o
relamido. De hecho, otro rasgo distintivo del estilo de Mario Vargas Llosa es,
sin duda, su ironia y su tendencia a bromear cuando la situación parece
demasiado seria, con la inteligencia y el tacto de los mejores hombres, que
nunca se pasan la medida. En conclusión, la selección de los textos se ha
convertido en una elección personal de los ensayos que más había apreciado o
que más me habían ayudado a reflexionar sobre acontecimientos y situaciones
que a menudo pasan desapercibidos, sin tener miedo a equivocarme o dejar
detrás partes más importantes de su obra.
¿Por qué? Simplemente, porque entendí que cada uno de los 46 artículos
que componen “El lenguaje de la pasión” tiene el mismo valor, la misma cantidad
de pasión que el autor posee y nos permite deslumbrar a través de su lenguaje.
De manera que elegí 12 artículos (más la breve introducción y la nota de
agradecimiento al Premio de Periodismo José Ortega y Gasset, titulada “Piedra
de toque”, que aquí actúa como prólogo) que constituyen un abanico muy
variado de temas: “La señorita de Somerset”, “Sombras de amigos”, “La
muerte del gran escritor”, “Las profécias de Casandra”, “La hora de los
charlatanes”, “Señoras desnudas en un jardín clásico” y “La batalla perdida de
Monsieur Monet” pertenecen a un ámbito artístico-literario, donde el autor a
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menudo muestra su bagaje cultural digno del profesor más calificado y
reflexiona sobre poetas, escritores, filósofos y pintores de la historia; con “Dios
los cría”, “La señal de la cruz” y “Una muerte tan dulce” el autor toma partido
en un debate muy delicado entre Estado y religión y explica, sin miedo, sus
ideas a favor de una completa libertad de acción y elección cuando hablamos
de anticonceptivos, de símbolos religiosos y de eutanasia; “Los inmigrantes”, y
“La isla de Mandela” tratan de acontecimientos de la actualidad relacionados
con la política, ámbito que ha siempre tenido una relación de amor y odio con
Mario Vargas Llosa y que, sin embargo, ha sido el escenario de sus mejores
trabajos (de hecho, “Los inmigrantes” ha recibido un premio de nivel
internacional).
Con mi tesis quisiera, además de aceptar el desafío de traducir estos
artículos tan llenos de cultura, analizar a este autor en su lado más “humano”,
cuando es el “hombre” que habla, reflexiona y escribe y no sólo el “novelista”
que, aunque tome nota desde la realidad, crea una ficción. Quisiera analizar su
obra y su estilo para entender cómo su vida sigue siendo protagonista de sus
textos, a veces sin que él lo quiera.
Quisiera hablar de Mario Vargas Llosa como el periodista que opina
sobre la actualidad a través de un lenguaje literario y del hombre que padeció la
derrota en su carrera política.
Quisiera conocer al hombre, además que al Premio Nobel de Literatura
2010. De manera que, en el siguiente capítulo, vamos a analizar su vida privada,
a través de una detallada biografía, y su carrera de escritor, a través de los
galardones que recibió; por otro lado, en el tercer capítulo, vamos a hablar de
El lenguaje de la pasión más detalladamente, vamos a enfrentarnos con la
dicotomía “artículos periodísticos o ensayos” y analizaremos la carrera de
Mario Vargas Llosa como “periodista cultural/político”, antes de
concentrarnos sobre el análisis estilístico de los textos elegidos para traducir; el
capítulo cuatro es una reflexión sobre la traducción en general y, luego, la de
artículos periodísticos y ensayos más en detalle, y termina con el análisis de los
posibles métodos de traducción y de mis dificultades encontradas a la hora de
traducir; al final, en el capítulo cinco, reflexiono sobre lo que he aprendido a
través de este trabajo y mis conclusiones generales.
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2. Biografía de Mario Vargas Llosa
Si hay una cosa que define a Mario Vargas Llosa es su
vocación de escritor, y la fidelidad que guardará a ese
propósito a lo largo de toda su vida. Una vocación que,
como confiesa en sus memorias El pez en el agua
(1993), surgió casi como una rebelión contra la
autoridad paterna, pero pronto se convirtió en la
temprana certidumbre de que su destino iba a estar
marcado por el rítmico tableteo de una máquina de
escribir.
Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació un domingo 28 de marzo de 1936
en la ciudad de Arequipa (Perú). Sus padres, Ernesto Vargas Maldonado y
Dora Llosa Ureta, ya estaban separados cuando vino al mundo y no conocerá a
su progenitor hasta los diez años de edad. El episodio del reencuentro afectará
de forma definitiva el destino de este niño, que no quería cambiar los mimos
de su madre por una férrea disciplina. Esta circunstancia le hizo descubrir
pronto algo que él mismo suele considerar como segundo gran móvil de su
existencia: el ansia de libertad. (Años más tarde reflejará magistralmente esos
conflictos en la novela que lo dio a conocer internacionalmente, La ciudad y los
perros, con la que obtendrá los premios “Biblioteca Breve” y de la “Crítica”, en
España, durante 1963). Estudió la primaria hasta el cuarto año en el Colegio La
Salle de Cochabamba en Bolivia. En 1945 su familia volvió a Perú y se instaló
en la ciudad de Piura, donde cursó el quinto grado en el Colegio Salesiano de
esa ciudad. Culminó su educación primaria en Lima e inició la secundaria en el
Colegio La Salle.
El reencuentro con su padre significó un cambio en la formación del
adolescente, que ingresó al Colegio Militar Leoncio Prado de Lima, en el cual
sólo estudió el tercer y cuarto año; sin embargo, terminó la secundaria en el
Colegio San Miguel de Piura. Las primeras experiencias con la escritura
llegaron a través de su trabajo como columnista en varios periódicos locales de
Lima y de Piura, apenas hubo terminado el colegio. Convencido de que el suyo
era el mundo de las palabras, volvió a Lima para estudiar Letras y Derecho, en
la Universidad de San Marcos, en 1953. Escribía ya entonces cuentos “con
gran inseguridad y mucho esfuerzo” -como ha explicado el autor en varias
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ocasiones- que, justo entonces podría publicar a través de varios periódicos. Su
opción no fue aceptada por su padre, por lo que fue una etapa sumamente
difícil, más aún cuando a los dieciocho años decidió contraer matrimonio con
su tía política Julia Urquidi
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y junto a la que viajó hacia Europa en busca del
terreno que consideraba más estimulante para su ya decidida carrera de
escritor, lo que aumentó sus urgencias económicas.
Paralelamente a sus estudios desempeñó hasta siete trabajos diferentes:
redactar noticias en Radio Central (hoy Radio Panamericana), fichar libros y
revisar los nombres de las tumbas de un cementerio, fueron algunos de ellos.
Sin embargo, sus ingresos totales apenas le permitían subsistir. Mencionar
estos datos biográficos tiene el interés de que todos ellos han contribuido en
gran medida en las tramas, personajes y argumentos de algunas de sus grandes
novelas, como La casa verde (1966), ambientada en la atmósfera sórdida y
sorprendente alrededor de un burdel de Piura; Conversación en La Catedral
(1969), que recrea la opresión de la dictadura de Odría en los ambientes
estudiantiles, y La tía Julia y el escribidor (1977), una polémica ficción
autobiográfica sobre su primer matrimonio.
En 1959 viajó a España gracias a la beca "Javier Prado" para hacer un
doctorado en la Universidad Complutense de Madrid donde obtuvo el título de
Doctor en Filosofía y Letras. Pero su meta era París, donde se instaló un año
después. Al principio, su vida en la ciudad de la luz transcorrió entre la escasez
y la angustia por sobrevivir, por lo que aceptó trabajos que, o bien lo
mantenían en contacto con su idioma a través de la enseñanza (fue profesor de
español en la Escuela Berlitz), o le permitían trabar amistades literarias, como
cuando fue locutor en la ORTF francesa o periodista en la sección española de
France Presse. Los esfuerzos por llevar a cabo su vocación literaria dieron su
primer fruto cuando su primera publicación, un conjunto de cuentos
publicados en 1959 con el título Los jefes, obtuvo el premio “Leopoldo Arias”.
En 1964 regresó al Perú, se divorció de Julia Urquidi y realizó su
segundo viaje a la selva donde recogió material sobre el Amazonas y sus
habitantes. Viajó a La Habana en 1965, donde formó parte del jurado de los
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Julia Urquidi Illanes (Cochabamba, 30 de mayo de 1926- Santa Cruz, 10 de marzo de 2010),
fue la primera esposa de Vargas Llosa, la “tía Julia” de la que se habla en La tía Julia y el
escribidor.
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“Premios Casa de las Américas” y del Consejo de Redacción de la revista Casa
de las Américas; hasta que el caso Padilla marcó su distanciamiento definitivo de
la revolución cubana en 1971.
En 1965 se casó con su prima Patricia Llosa. De la unión nacieron
Álvaro (1966), Gonzalo (1967) y Morgana (1974). En 1967 trabajó como
traductor para la UNESCO en Grecia, junto a Julio Cortázar. Hasta 1974 su
vida y la de su familia transcurrió en Europa, residiendo alternadamente en
París, Londres y Barcelona. El autor continuaba prefiriendo el anonimato que
Londres le procuraba para proseguir su puntual tarea de escribir. Vargas Llosa
siguió además ejerciendo como crítico literario, columnista de prensa y autor
teatral. Algunos de sus más preciados libros en este campo son sus análisis
literarios: Gabriel García Márquez: historia de un deicidio (1971), La orgía perpetua:
Flaubert y Madame Bovary (1975) y Carta de batalla por Tirant lo Blanc (1991); las
colecciones de artículos, Contra viento y marea y Desafíos a la libertad (1994), y su
libro de memorias El pez en el agua (1993). En Perú, su trayectoria sigueió
siendo fructífera. En 1981 fue conductor del programa televisivo “La Torre de
Babel”, transmitido por Panamericana Televisión; en 1983, a pedido expreso
del presidente Fernando Belaúnde Terry
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, presidió la Comisión Investigadora
del caso Uchuraccay para averiguar sobre el asesinato de ocho periodistas.
En el ´87 se perfiló como líder político neoliberal al mando del
Movimiento Libertad, que se oponía a la estatización de la banca que proponía
el entonces presidente de la República Alan García Pérez
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. En el año 1990
participó como candidato a la presidencia de la República por la coalición de
derecha Frente Democrático-FREDEMO. Luego de dos peleados procesos
electorales (primera y segunda vuelta), perdió las elecciones contra Alberto
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y regresó a Londres, donde retomó su actividad literaria. Un diario
español tituló en 1990: "Un ingeniero japonés devuelve a Mario Vargas Llosa a
la literatura". Su regreso a la literatura se celebró en el libro autobiográfico El
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Fernando Belaúnde Terry (Lima, 7 octubre de 1912-Lima, 4 junio de 2002) fue presidente del
Perú desde 1963 hasta 1968 y luego desde 1980 hasta 1985.
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Alan García Pérez (Lima, 23 mayo de 1949) es el actual presidente del Perú.
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Alberto Fujimori (Lima, 28 julio de 1938) fue presidente del Perú desde 1990 hasta 1992 y
luego dictador hasta el 2000.
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