7
No sólo en El candelabro de los siete brazos aparecieron temas
relacionados con el hebraísmo; también en Las bellezas del Talmud (1920), en
Las luminarias de Hanukah (1924), en Los judíos en Sefarad (1950) – entre otras
– se notaron claros rasgos de ascendencia judía.
Por lo que atañe a las otras obras literarias del autor notamos que Cansinos
abrazó un ámbito vastísimo de escritura: del poema en prosa pasó a los ensayos y
estudios críticos, incluyendo novelas y relatos cortos. No olvidemos las
memorias – La novela de un literato (1982 – 1995 – 1996) – género-clave para
descubrir el universo cultural y literario del Madrid de los primeros años treinta.
Con el transcurrir del tiempo Cansinos Assens se acercó lentamente a la
Vanguardia, dejando atrás un Modernismo que ya le olía a viejo y superado. En
España la Vanguardia se concretó en el Ultraísmo, cuyo padre reconocido fue
Rafael Cansinos Assens. Este movimiento se proponía crear una nueva literatura
que en la renovación de temas y de actitud, de un “más allá” – el ultra –
consiguiese su principal objetivo. La guerra a lo viejo condujo a nuestro autor a
colaborar en la revista, “Ultra”, y luego se celebró también una Fiesta que fue el
inicio oficial del Ultraísmo (2 de mayo de 1919).
Hablando del período vanguardista del autor andaluz no se pueden olvidar
sus preciosas colaboraciones en las revistas de aquel tiempo: escribió en las tres
principales de la Vanguardia española (“Cervantes”, “Grecia” y “Ultra”) a las
que hay que sumar otras que si bien de menor importancia constituyeron un
puente imprescindible entre el Modernismo y la Vanguardia misma (me refiero a
“Prometeo”, “Los Quijotes”, “El Parlamentario” y “Cosmópolis”). Todas
contribuyeron a formar en Cansinos su personal estilo periodístico, que
caracteriza La novela de un literato.
Si desde el punto de vista literario la vida y obra de Cansinos Assens se
inscriben dentro de un marco formado por “Modernismo” y “Vanguardismo”, en
ámbito cultural su actividad se desarrolla en el ambiente típicamente bohemio del
Madrid finisecular.
8
Una atmósfera de preocupación e insatisfacción, debida al desastre del 98,
caracterizaba aquellos primeros años del siglo veinte. Particularmente los artistas
se rebelaron ante aquella situación de dificultad refugiándose en su propio arte,
cerrándose en su mundo interior para aislarse voluntariamente de la realidad
burguesa. De esta manera nacía la bohemia, que podemos considerar como una
clara vocación de inadaptación social, a la vez que una protesta contra el
capitalismo y la sociedad burguesa ya instalados en el poder. Cansinos Assens,
en su Novela de un literato, describe ese inframundo de gente fracasada e
insatisfecha como si hubiera sido una nota de color en un ambiente que
lentamente se estaba acercando al período oscuro y terrible de la Guerra Civil.
Por lo que se refiere a la información específicamente histórica, hay que
decir que el período interesado va desde los albores del siglo veinte hasta 1936,
incluyendo, en rápida sucesión, la primera Guerra Mundial, la Dictadura de
Primo de Rivera, la República y la Guerra Civil española. Por esta simple razón
La novela de un literato, además de ser una interesantísima obra literaria,
constituye un precioso documento histórico para ese lector que quiera conocer un
lado distinto de la Historia, el lado visto desde la perspectiva de la gente común.
Después de haber dado una descripción sumaria de lo que fue la vida y
obra de Cansinos Assens, es inevitable preguntarse cuál fue el papel jugado por
el escritor sevillano dentro del ámbito literario del Madrid de comienzos de siglo
y por qué es tan importante como para poder considerarlo – en mi opinión – uno
de los Grandes Maestros de la Literatura del siglo XX.
Ante todo se trata de un extraordinario escritor polifacético que
experimentó en diferentes ámbitos de la Escritura, alcanzando óptimos resultados
en cada uno de ellos. Personalmente me he querido centrar en sus memorias
porque me interesaba conocer el mundo cultural y literario del Madrid bohemio,
pero sobre todo ver de qué manera lo interpretaba un literato de la talla de Rafael
Cansinos Assens.
9
Su particular actitud de ponerse al mismo nivel que los otros – aunque era
consciente de sus virtudes – hace de Cansinos Assens sobre todo un gran
hombre, cuya humanidad se percibe en cada página de La novela de un literato.
A la inmensa cultura y amplio conocimiento sabía añadir la dosis suficiente de
sensibilidad que le permitía ponerse en contacto con todo el mundo y sacar lo
mejor de sí mismo y de los otros. Escritor-pedagogo y educador de gentes, Rafael
Cansinos tenía el objetivo de ofrecer, a través de su Arte, una enseñanza moral.
Su humanidad se nota sobre todo en la descripción de las personas que ha
encontrado a lo largo de su vida; me parece interesante resaltar que se trata de
personas concretas con nombres y apellidos (las que aparecen en La novela de un
literato) que forman el cuadro realístico del Madrid de comienzos de siglo y son
descritas con palabras del lenguaje popular que intentan alumbrar los aspectos
más oscuros y desconocidos de la personalidad. Este conjunto de personajes y
“personajillos” forma el tejido de la sociedad literaria bohemia de los primeros
años treinta pero La novela de un literato, además de presentar el mundo literario
de entonces, nos ofrece el ambiente cultural e histórico en el que Cansinos
Assens ha vivido. Es admirable notar con qué facilidad ha tratado ese vastísimo
argumento haciéndonos partícipes de su propia realidad histórica, como si
nosotros los lectores fuéramos personajes de la novela.
La voluntad de dejar un testimonio histórico se refiere al subgénero
literario específico de las memorias; se habla de “subgénero” porque éstas
forman parte de la amplia categoría de la autobiografía, que en mi trabajo de tesis
intentaré desarrollar a través de las opiniones de la crítica moderna y la
subdivisión de los géneros. Refiriéndome a este último punto, centraré mi
atención en las memorias para posteriormente resaltar las analogías y las
diferencias existentes con la autobiografía.
Ya a finales del siglo XIX Larousse propuso una distinción todavía muy
válida que se basaba en la diferencia que había entre las obras centradas en la
persona de quién escribía (autobiografía) y las que trataban los acontecimientos
narrados por éste (memoria).
10
Aquí la mirada del escritor se dirige hacia el mundo de los
acontecimientos externos y se cuenta a sí mismo como a uno entre los demás; en
mi opinión esta es una información importante que me permitirá afirmar con
certeza que La novela de un literato pertenece de lleno a este subgénero
autobiográfico.
Precioso historiador y exquisito escritor, Cansinos Assens fue apreciado
también por su fervorosa actividad de crítico que desarrolló a lo largo de su vida.
No sólo se limitó a escribir ensayos, sino que también colaboró con varios
periódicos y revistas de la época donde desempeñó la función de crítico
literario. Este aspecto de su personalidad será de fundamental importancia para
La novela de un literato, en la que el escritor dará su juicio crítico sobre la época
y el ambiente de entonces.
Mi trabajo de tesis, centrado en el estudio de La novela de un literato, se
divide en tres capítulos.
El capítulo I, “Vida y obras de Rafael Cansinos Assens”, introduce la
figura del escritor sevillano tomando en consideración la vida y el ambiente
cultural-literario en el que Cansinos desempeñó su función de Literato. Su
importante labor de escritor, crítico y periodista le llevaron a escribir un
sinnúmero de obras narrativas, ensayos y artículos que hicieron de él un autor
muy completo cuya grandeza, todavía, no ha sido comprendida en su totalidad.
El capítulo II, que lleva el título de “Autobiografía y memorias”, se ocupa
de las técnicas de escritura y se centra en el género autobiográfico y sus “tipos”.
A las informaciones generales sobre la autobiografía, seguirán las opiniones de la
crítica moderna sobre el género autobiográfico; luego se pasará a la subdivisión
de los géneros para acabar con las memorias, que trataré de manera detallada.
El último capítulo está centrado exclusivamente en el análisis
pormenorizado de La novela de un literato.
11
A la presentación general de la obra siguen siete apartados, que en mi
opinión representan los motivos recurrentes del libro: “Personajes”, “Periódicos
y revistas”, “Bohemia”, “Ambiente madrileño”, “Hebraísmo”, “Ultraísmo” y
“Período histórico”.
La novela de un literato fue publicada póstuma por su hijo Rafael Manuel
Cansinos en tres volúmenes en 1982, 1995 y 1996 (Alianza Editorial). El título
de la obra es autógrafo; lo que hizo su hijo fue escogerlo entre otros dos, que
Cansinos Assens dejó claros: Recuerdos sin numerar y Memorias incompletas.
En la revista “Índice de Arte y Letras” se publicaron sólo algunos capítulos de La
novela de un literato (en torno a 1960-61); esto es importante porque nos hace
comprender que la peculiar forma fragmentaria utilizada por Cansinos no fue
debida a unas estrictas exigencias de impresión (como se podría imaginar), sino
que se trató de una elección voluntaria de un metodo de comunicación diferente
de la norma, basado más bien en la forma periodística que en la forma narrativa
tradicional. Una vez más, tenemos la clara demonstración de la estatura y
originalidad de este peculiar escritor.
12
CAP. I – VIDA Y OBRAS DE RAFAEL CANSINOS ASSENS
FORMACIÓN Y ESTUDIOS
Origen de Rafael Cansinos Assens
Rafael Cansinos Assens nació en Sevilla el 24 de noviembre de 1882 en
una familia católica de orígenes humildes. Los recuerdos de su infancia son
tristes, debidos a la muerte prematura del padre (carpintero de profesión), a
quebrantos económicos y la obligación a trasladarse a Madrid aún adolescente.
Lo que nunca se borrará de su memoria será tanto la figura de la madre Doña
Dolores como su tierra natal, aquella “Madre Andalucía que nunca olvido y cuyo
amor en la distancia crece como un dolor en el silencio”
1
. Estudió en un colegio
de Escolapios, donde tuvo una experiencia negativa de la enseñanza religiosa y
no pudo llevar a cabo el bachillerato por el improviso traslado a Madrid a los
doce años, tras el fallecimiento del padre. A poco de llegar otra desgracia ocurrió
en su familia: la muerte de la madre, que lo obligó a vivir en casa de unos tíos
con sus hermanas mayores.
Se habló mucho de la supuesta ascendencia judía de Cansinos y él mismo
investigó seriamente su genealogía, hallando razones convincentes para creer en
su origen hebraica. Pero el suyo fue considerado más un “hebraísmo literario”
que biológico, un “alma hebrea” que buscaba en todo momento un contacto con
esos hombres de habla hispana (los sefarditas) que poblaban Europa y Norte de
Africa y que padecían una injusta situación de aislamiento. Lo que Cansinos y
los representantes del movimiento filosemita intentaron hacer (también a través
de un programa político expuesto en los estatutos de la Sociedad Hispano Hebrea
de 1920, pero que tuvo escasos resultados), fue afirmar una identidad española
común, bajo los tres parámetros que definen la identidad colectiva: la historia de
la comunidad judía española como un capítulo de la historia de España; la lengua
(el ladino) como una variación del castellano y no como una jerga; el territorio
1
Cansinos Assens, R.: Invocación a Madre Andalucía en: “Grecia”, XXIV, 10 de agosto de 1919, p. 1.
13
peninsular y el norte de Marruecos como lugar de integración de la diáspora.
Sólo así se podía aspirar a una unión etnográfica de la cultura como intersección
de variantes culturales.
Elementos judíos en su producción literaria
Del encuentro entre Cansinos y el mundo judío surge en 1914 su primera
obra, El candelabro de los siete brazos, aunque su participación en el
movimiento filosemita se explicita cinco años más tarde en España y los judíos
españoles: el retorno del éxodo. La temática hebraica aparece también en otras
obras: en Las bellezas del Talmud (1920), en una sección de La novela de un
literato (1921), en Cuentos judíos contemporáneos (1921), en la novela
autobiográfica narrada en tercera persona Las luminarias de Hanukah (1924), en
Los judíos en la literatura española (1937) y en la más crítica del movimiento
Los judíos en Sefarad (1950).
De hecho, Cansinos Assens se acercó a la literatura muy joven y sus primeros
amigos literarios fueron clásicos latinos y franceses. Leyó a Victor Hugo,
Volney, Lamartine, Byron, Espronceda, Zorrilla y Bécquer y a la lectura añadió
clases de técnica literaria, de estilo y métrica. Perfecto conocedor de la mitología
griego-latina, Cansinos utilizó la Biblia como fuente de notable importancia para
la formación de su pensamiento y estilo; un sentimiento universal de
espiritualidad humana y religiosidad (que no es católica, ni judía, sino sui
generis) entra e inunda sus páginas, confiriéndoles holgura y vividez.
En El divino fracaso (1918), que es una colección de meditaciones sobre
el éxtasis y la agonía de ser escritor, hallamos alusiones a los salmos, genero-
clave en Cansinos. Pero este género apareció anteriormente: ya en 1914 salió a la
prensa “ese libro de salmos hebraicamente titulado El candelabro de los siete
brazos”
2
(Borges).
2
Aizemberg, Edna: Cansinos-Asséns y Borges: en busca del vínculo judaico en: “Revista
Iberoamericana”, XLVI, 112-113 (julio-diciembre 1980), p. 539.
14
Ya el título en sí muestra la atracción del autor hacia ese objeto sagrado
judío, pero la influencia hebrea se evidencia también en otros rasgos: hay
imágenes de resonancia escritural, el ritmo es de plegaria o quejumbre, se nota la
melancolía heredada del triste destino de los padres y aparecen letras hebreas que
a manera de Escritura encabezan secciones del libro. Y todo con mucha seriedad,
actitud típica judía en la creación literaria. No olvidemos que además, en esta
primera obra, Cansinos Assens nos da un cuadro completo de la bohemia
madrileña (prostitutas, lupanares, borrachos etc.), mostrándonos la imagen inicial
de una cosmovisión y de un autor muy singulares.
Volviendo al tema tratado anteriormente, quiero subrayar el hecho de que
Cansinos encuentra un ascendiente literario oriental (sobre todo árabe y hebraico)
en la literatura española por lo que atañe al espíritu y la forma. En Los temas
literarios y su interpretación (1924), el autor afirma que los orientales son
hombres graves y meditabundos, que prefieren el monólogo al diálogo (a
diferencia de los occidentales, que desarrollamos una literatura basada en el
diálogo griego-romano) y para ellos lo principal es la idea. Idea que se manifiesta
a través de la imagen, del símbolo. Y el Poeta, gracias a su Palabra creadora y
evocadora, anhela a enriquecer la visión actual de las cosas, sugiriendo una
“imagen-otra” que traspasa los límites de la convencionalidad para abrazar un
mundo de variedades que la palabra en sí no podría alcanzar. La operación
poética tiene así algo de magia y el signo se espiritualiza, se hace más personal e
independiente. La imagen se depura de toda contingencia y cada elemento de la
naturaleza, con su color, su aroma, su fisionomía individual evoca una imagen de
belleza y perfección clásicas.
Jorge Luis Borges, en un homenaje a Cansinos Assens publicado en la
revista Davar en 1945, recuerda una página de nuestro autor en la que Cansinos
empieza pidiéndole a Dios que no haya tanta belleza en el mundo.
15
Sí, porque él encontraba belleza en toda parte: en los crepúsculos de
otoño, que le recordaban la Edad Media, en la muchedumbre de los días de
Semana Santa, que le evocaban los grandes ríos de Jerusalén, en las estaciones
que cambiaban, en los paseos solitarios. Aún encontraba hermosura en obras de
escritores infinitamente inferiores a él. Cansinos sentía que lo prodigioso no
estaba en lo singular sino en lo que se reiteraba en el curso de la historia; por eso
utilizaba imágenes repetidas para buscar una relación directa entre la naturaleza y
el alma. El pasado, tenía una importancia fundamental: Cansinos, con interés,
miró hacia atrás, atento al espíritu de otras edades pero nunca mostró indiferencia
hacia lo moderno, sino apoyó y guió al grupo de jóvenes intelectuales de su
tiempo que aún no había encontrado su rumbo.
El interés hacia culturas extranjeras y lejanas, que le permitió conocer y
aprender una inmensa variedad de idiomas (nótense las numerosas traducciones),
hizo de él el escritor de las minorías, del no conocido, del rechazado (y no sólo).
Evidentemente me refiero a la temática judía.
Es curioso resaltar que Cansinos Assens no salió nunca de España: sus
“viajes” no fueron de turista, sino un medio de experiencia personal para conocer
a los otros y encontrarse a sí mismo. Es precisamente en las novelas y relatos
cortos donde mejor se encuentran elementos hebraicos. Sin embargo estos rasgos
no se limitan a la obra de Cansinos; de hecho, los podemos hallar en toda la
literatura española. Un sentimiento de tristeza y melancolía atávica caracteriza
gran parte de su obra; se trata de una tristeza que surge del recuerdo, inolvidado,
de esa expulsión, que en 1492 quitó al pueblo judío la libertad y la identidad
misma. Cansinos se sentirá “descender del pueblo errante y perseguido, del que
ese mismo Cristo nació”
3
; un Cristo crucificado que con su propia tragedia
simboliza todo dolor y sufrimiento hebreo.
3
Aire, Vicente: Cansinos-Asséns : pasión y agotamiento en el movimiento filosemita de 1905 en: “Actas
IRVINE 92 - Asociación Internacional de hispanistas. Encuentros y desencuentros de culturas: siglo
XIX/XX”, Universidad de California, 1994, p. 152.
16
Convencido de que el sentimiento antijudío era algo latente y profundo en la
humanidad entera, Cansinos Assens se hizo portavoz y embajador de Israel en
una España que rechazaba todo lo que era exterior y extranjerizante. Y todo esto
con la voluntad de crear una patria judía reconocida, como en aquel sueño en que
anhelaba la unión de la Sinagoga con la Iglesia.
Cansinos Assens fue el primero, en el mundo de habla hispana en
proporcionar una visión global de lo que era el Talmud y de la importancia de la
literatura talmúdica, “un enorme Summa universal, enorme edificio de saber
judaico”
4
. Reconoce en George Eliot, Gracia Aguilar y Benjamin Disraeli
iniciadores de lo que él entiende por literatura judía moderna, siendo “criaturas
emancipadas ya de la servidumbre histórica del nombre judío”
5
. Además de la
simbología, se puede considerar precisamente bíblica la tendencia en Cansinos (y
en todos los modernistas) de exaltar la armonía, como relación perfecta y musical
entre los elementos de la creación. Sólo así se pueden explicar las tramas
circulares y cerradas de algunas novelas, las locuciones repetidas, los giros
verbales que parecen ser extraídos del “Cantar de los Cantares”. Sí, porque todo
se basa en una estructura armónica y estéticamente perfecta que Cansinos y los
modernistas intentan (felizmente) alcanzar. A imitación del bíblico Mashal, la
reiteración de esquemas se complementa con un ritmo acentual muy marcado,
originando un tipo de narración sintética y sinonímica rica en anáforas y
epanadiplosis.
Para completar el cuadro sobre la influencia judaica en la literatura
cansiniana, hay que mencionar algunos temas-clave que constituyen la base de
muchas obras del autor: los temas de la muerte, de la vida convertida en lamento
(qinah), de los sueños utópicos que no alcanzaron ahuyentar de su alma la
tristeza.
4
Lázaro Schallman: Homenaje a Rafael Cansinos-Asséns en: “Davar - Revista literaria”, 1, 1945, p. 23.
5
Ibídem.
17
Son temas estremecedores que de todas formas no le quitaron el anhelo de
conseguir la tierra sagrada, la tierra de Sión. Estos versos, de Rafael Cansinos
Asséns mismo, en mi opinión tienen una elocuencia extraordinaria: “Cuando el
último canto expire entre mis labios quiero que me entierren en tierra de mi
patria; en la tierra sagrada de Sión, tierra de mis abuelos gloriosos”
6
.
Quisiera ahora aclarar que él fue uno – entre otros – que decidieron
introducir en su obra ese argumento tan delicado, haciédose portavoz de una
comunidad (la sefardita) que reivindicaba, con razón, sus derechos humanos.
Pero entre los estudiosos mas importantes y conocidos de la época hay que
mencionar sin duda a Américo Castro, en cuya obra La realidad histórica de
España (1954) dedica varios capítulos muy interesantes a los judios españoles,
planteando una serie de problemas que surgían de la convivencia entre religiones
distintas.
El interés, mostrado por Cansinos, hacia ese pueblo errante condenado
injustamente al exilio se debe, quizás, a su supuesta ascendencia judía, que de
todas formas no ha sido aclarada por completo. Si analizando sus apellidos se
podría descubrir la procedencia real de sus antepasados, fue el proprio Cansinos
Assens quien creó un gran caos con éstos, firmando a lo largo de su vida con las
siguientes variantes:
- Rafael Cansino Assens (este es su nombre auténtico, hijo de Manuel Cansino y
de Dolores Assens);
- Rafael Cansino d’Assens;
- Rafael Cansino Asséns;
- Rafael Cansinos Assens;
- Rafael Cansinos Asséns;
- Rafael Cansinos-Assens;
- Rafael Cansinos-Asséns.
6
Cansinos Assens, Rafael : El último Deseo – Salmo en: “Davar - Revista literaria”, 1, 1945, p. 1.
18
Como hijo del escritor, Rafael M. Cansinos ha optado por una de estas
variantes y sigue intentando imponerla en el mercado cultural actual. Ha elegido
la versión “Rafael Cansinos Assens” por las siguientes razones:
Rafael: es la única parte del nombre que no tiene problemas y no ha tenido
variantes.
Cansinos: Cansinos Assens, en los primeros años del siglo, añadió una “s”
a su primer apellido en la creencia de que el apellido judío original era
“Cansinos” (hay un lugar denominado así en Asturias) y había perdido la “s” en
Andalucía. Pero parece que esta pérdida de la “s” no se produjo nunca y que el
apellido sefardita Cansino siempre fue así.
Assens: La norma de acentuación hoy en día dice que “las palabras
agudas de dos o más sílabas […] si terminan en dos consonates, aunque la
última sea ‘n’ o ‘s’, se escriben sin tilde”
7
. En otro tiempo esta regla tenía una
excepción que obligaba al acento cuando las dos consonates finales eran la “n” y
la “s” agrupadas.
Guión: Cansinos Assens no estableció nunca una preferencia en este
sentido (así testimonia su hijo). Durante todas las etapas de su vida apareció su
nombre, especialmente en portadas, con y sin guión. Como sus apellids
originales eran sin guión, Rafael M. Cansinos ha preferido esta fórmula.
7
A.A.V.V.: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, R.A.E., Madrid, Espasa Calpe, 1977.
19
Caracteres de su personalidad
Considerado un judeo-andaluz errante (Borges), Cansinos fue un soñador
solitario, intimista e introvertido. Su temperamento hizo que se cerrara en su
mundo interior, el mundo de la imaginación y del pensamiento, pero nunca se
alejó de la realidad, mejor dicho, vivió con extrema participación espiritual las
dos guerras mundiales y la española. De índole nocturna, Cansinos Assens amaba
confundirse con su propia sombra: parece que el suyo fue un anonimato deseado,
un fracaso logrado.
No estaba interesado en la fama y nunca se quejó de su pobreza, al
contrario, la aceptó con serenidad convencido de que la paz del pobre era su
riqueza. Su trabajo de escritor era alivio y razón de vida a la vez, porque por un
lado le permitía mirar con escepticismo la condición dolorida del hombre y por el
otro hacía que viviera para escribir, para hacer de su propia vida una obra de arte.
Sensaciones, éxtasis y espantos se reflejaban en sus libros con gran
evidencia, mostrándonos el lado más oculto de un Cansinos desencantado y
fundamentalmente angustiado. Su espíritu, de hecho, estaba penetrado de la gran
fragilidad de la vida: la vanidad de su ser y lo corto de su existencia le
procuraban tristeza, miedo y melancolía; todas las cosas le parecían dolientes y la
única vía era la del fracaso. Pero nunca dejó de luchar; él vivió para los otros,
mostró los caminos del arte a una generación que aún no había encontrado su
rumbo y abrió su tertulia del Café Colonial a todas las inquietudes del mundo. Y
lo hizo siempre públicamente, no temiendo a nadie, en espacios sin fronteras
sociales, abiertos a prejuicios y críticas de la gente común.
Su manera de hablar era pomposa y lenta, rica en metáforas (como
testimonia González-Ruano
8
), tenía una imaginación sin límites y amaba la
palabra elegida pero inflamada. De ahí nos encontramos con una prosa de gran
riqueza ornamental pero de carácter serio y contemplativo.
8
González Ruano, César: Siluetas de escritores contemporáneos, Madrid, Editora Nacional, 1949, p. 133.
20
Su estilo no es nada áspero o enérgico, sino amplio y luminoso, de un
lirismo y musicalidad típicamente orientales. Cansinos Assens utilizaba un
vocabulario rico y selecto y exponía sus ideas con claridad e ironía estructural, a
veces excediendo en adjetivaciones y esquemas repetitivos. Como escritor le
interesaron, sobre todo, las criaturas pobres y marginadas, las figuras sombrías y
misteriosas, los perdedores y fracasados de una bohemia finisecular que pedía su
justo asiento en la República de las Letras.
Esta curiosidad por los tipos raros y singulares le lleva a buscar temas para
sus libros en esa zona oscura de la vida “en que germinan como vegetaciones de
ciénaga las flores negras de los instintos vedados”
9
. Aparecen así temas como
el erotismo o el amor panteístico enfocados de manera muy personal y original: a
menudo se trata de un amor asexuado, de uniones simbólicas, y la mujer se nos
presenta envuelta en un velo de pureza, de fría castidad: ésa era la única capaz de
unir el hombre al Universo, o sea sólo gracias a la Mujer se podía realizar esa
idea de amor absoluto que Cansinos predicaba. A la inocencia de la “donna
angelicata” el autor oponía la perversidad de la mujer fatal y el mundo viciado
del prostíbulo: de esa forma quería darnos una visión completa de la realidad
mediante una descripción de oposiciones.
Cansinos Assens estuvo siempre consagrado por entero a su arte y se
entregó completamente al mundo de la belleza literaria: magnificó la literatura a
tal punto de suprimir la barrera entre ésta y la existencia real, queriendo hacer de
las dos una cosa sola. Parece casi que cuanto vivía cobraba vida literaria: quizás
era una forma de vivirlo todo doblemente, para la vida y para la literatura.
Pero vamos a ver ahora cómo se inició a la carrera literaria, cuáles fueron
sus primeros contactos en el Madrid bohemio y sus primeras reacciones a las
corrientes literarias de entonces.
9
Cansinos Assens, Rafael: La nueva literatura, Madrid, ed. Páez, 1927, vol. IV, p. 58.