emerge para cada actor? ¿Mantuvo una posición neutral o apoyó explícitamente una de
las dos opciones?
Para llevar a cabo nuestro análisis hemos tomado en cuenta los ejemplares de El
Mercurio de Santiago desde el 1 de septiembre hasta el 9 de octubre, escogiendo
estudiar de manera detallada la primera plana – o mejor dicho, las tres primeras planas –
de El Mercurio por dos razones fundamentales: por ser expuestas en los quioscos,
permiten establecer el primer contacto visual entre el medio de comunicación y el
público; como consecuencia, la agenda temática cotidiana del diario llega no sólo a los
lectores fieles, sino también a una parte considerable de la opinión pública. El primer
paso de nuestro análisis será el de destacar la estructura de la compaginación de las
portadas del diario; esto por un lado, nos permitirá verificar si han ocurrido variaciones
significativas en la disposición espacial de las unidades informativas; por otro lado,
podremos establecer la importancia jerárquica atribuida por el diario a los temas y a los
actores políticos y sociales presentes en las primeras planas. Por medio del análisis
temático trataremos de establecer cuáles han sido, en el periodo considerado, las
prioridades informativas del diario y la imagen presentada a la opinión pública del
gobierno, de la oposición y, cuando aparece, la de los diferentes actores sociales
presentes en las portadas. Además, el análisis semántico de los titulares nos permitirá
destacar la imagen lingüística que el diario asoció al gobierno y a la oposición.
Hemos estructurado nuestro trabajo en dos partes: en la primera – desde el capítulo
I hasta el VI – hemos recorrido las etapas fundamentales de la historia chilena desde
finales de los años sesenta hasta el plebiscito presidencial; en la segunda parte –
capítulos VII y VIII – antes de emprender el estudio de las portadas, hemos presentado
2
la historia de El Mercurio y del papel desarrollado por éste en el panorama de la prensa
diaria nacional, sobre todo, durante los años de la dictadura.
La realización de la primera parte ha sido fundamental para poder conocer algunos
de los aspectos históricos que subyacían a la cotidianidad presentada – o no presentada
– por El Mercurio durante la campaña electoral. En la reconstrucción histórica hemos
estudiado los aspectos claves y las peculiaridades de la dictadura chilena, como por
ejemplo su naturaleza “fundacional”
1
y los efectos de su política represiva; la
personalización del poder por parte del general Pinochet; sus proyectos políticos,
sociales y económicos. Paralelamente al proyecto dictatorial, hemos presentado el lento
camino de la acción opositora, empezado a partir de la reconstrucción del tejido social
gracias a la obra de la Vicaría de la Solidaridad hasta llegar a la creación de una
verdadera fuerza de oposición política, la Concertación por el No. Hemos explicado la
génesis del plebiscito de 1988 – cuya realización ya estaba programada en la
Constitución de 1980 –, y cómo este evento llegó a ser el punto clave de la estrategia
tanto del gobierno como de la oposición para alcanzar dos fines diametralmente
opuestos: para el primero era un “estratagema” que podía prolongar el poder del general
Pinochet, mientras que para el segundo era la única manera de poder acabar con la
dictadura.
En la segunda parte hemos reconstruido la historia de El Mercurio de Santiago,
destacando su primacía en el panorama de la prensa chilena desde la fecha de su
fundación; además hemos destacado el papel que tuvo este medio de comunicación
durante los años anteriores a la dictadura y en la dictadura misma. Además, a través de
su historia, hemos tratado de plantear los cambios sufridos por la oferta de prensa diaria
1
Con este término queremos indicar que el régimen militar chileno, desde la toma del poder, no quiso ser
un simple gobierno de transición, sino emprender una verdadera “misión” para refundar Chile bajo el
punto de vista institucional, político, social y económico.
3
nacional durante la dictadura a causa de las medidas represesivas dirigidas a suprimir la
libertad de información. Haciendo referencia a algunas de las recientes teorías de la
communication research – el newsmaking y la hipótesis de la agenda setting –, nos
hemos propuesto destacar el papel de constructores de la realidad desempeñado por los
mass media, sobre todo los de naturaleza escrita.
La búsqueda del material bibliográfico y de las fuentes ha sido llevada a cabo entre
Italia y España. Hemos encontrado parte del material bibliográfico, sobre todo el de
carácter histórico, en la Biblioteca del Departamento de Historia de la Universidad de
Padua; en la Biblioteca de la “Fondazione Einaudi” en Turín y en la Biblioteca de la
Johns Hopkins University en Boloña. Los ejemplares de El Mercurio han sido
consultados en la Biblioteca Nacional de España en Madrid; mientras que el material
bibliográfico relativo a la historia de la prensa chilena ha sido localizado sobre todo en
la Biblioteca Hispánica de la Agencia Española de Cooperación Internacional también
en Madrid.
4
Capítulo I. Panorama sociopolítico chileno a fines de los años
sesenta.
“[...] Yo les pido a ustedes que comprendan que soy tan sólo un hombre, con todas las
flaquezas y debilidades que tiene un hombre, y si pude soportar – porque cumplía una tarea
– la derrota de ayer, hoy sin soberbia y sin espíritu de venganza, acepto este triunfo que
nada tiene de personal, y que se lo debo a la unidad de los partidos populares, a las fuerzas
sociales que han estado junto a nosotros. Se lo debo al hombre anónimo y sacrificado de la
patria, se lo debo a la humilde mujer de nuestra tierra. Le debo este triunfo al pueblo de
Chile, que entrará conmigo a La Moneda el 4 de noviembre. [...] Hemos triunfado para
derrocar definitivamente la explotación imperialista, para terminar con los monopolios,
para hacer una profunda reforma agraria, para controlar el comercio de exportación e
importación, para nacionalizar, en fin, el crédito, pilares todos que harán factible el
progreso de Chile, creando el capital social que impulsará nuestro desarrollo. [...]
1
”
Estas palabras pertenecen al discurso que hizo Salvador Allende Gossens el día 4 de
septiembre de 1970 al conocer los resultados electorales que lo proclamaron presidente de
la República Chilena. Sin embargo, antes de enfocar nuestra atención sobre los objetivos
1
Salvador Allende, FECH, Santiago de Chile, 4 de septiembre de 1970. El documento se encuentra
actualmente disponible en el sitio del Centro de Estudios Bicentenario:
http://www.bicentenariochile.cl/fondo_bibliografico/fondo_datos/documentos/periodos/1970-
1973/allende_fech1970.pdf
5
revolucionarios que el nuevo gobierno chileno se propuso convertir en realidad, tenemos, a
nuestro modo de ver, que reflexionar sobre el significado del “espíritu de venganza”
mencionado por el neo-presidente. De hecho, el término venganza – que aparece tres veces
a lo largo del discurso presidencial – abre una serie de interrogantes implícitos que nos
remiten inevitablemente a unos acontecimientos, nacionales e internacionales, que
transformaron de manera radical la historia política y social del país.
1.1 La Alianza para el Progreso y el Concilio Vaticano II: desafío político y religioso a
la estación revolucionaria en América Latina.
Al comienzo de los años sesenta América Latina fue sacudida por la onda de choque
ideológico y cultural emanada por la revolución cubana. Este evento llegó a ser un ejemplo
concreto y viable en todos los países subdesarrollados del continente suramericano – Chile
estaba entre ellos
2
–, para conseguir nuevas reformas agrarias y sociales, alcanzar la
liberación del imperialismo estadounidense
3
y aliviar la pobreza que afectaba a la mayoría
de las naciones. Este fermento revolucionario estaba destinado a chocar contra los Estados
Unidos que, en un momento histórico dominado por la lógica bipolar de la guerra fría
4
y
empujados por la voluntad de defender sus propios intereses económicos en América del
2
“[…] The relative superiority of Chile’s development could not, however, conceal structural features similar
to those of other underdeveloped and dependent economies: high economic concentration, high concentration
of property ownership, regressive income distribution, and growing external dependence. […]” Sergio Bitar,
Chile: experiment in democracy, Institute for the Study of Human Issues, Philadelphia 1986, p. 1.
3
Utilizamos este concepto según Marcello Carmagnani, Imperialismo statunitense en Marcello Carmagnani,
Storia dell’America Latina, Volume VI de Il Mondo Contemporaneo, la Nuova Italia, Firenze 1979, pp. 121-
136.
4
“[…] the Cold War provided the backdrop for invasions by US marines in Latin American countries (during
the 1950s), aimed at preventing control of the government being obtained by members or sympathizers of the
leftist parties: it was widely believed that ‘democracy would only work in Latin America when those elected
were sympathizers of the United States’. This attitude stimulated anti-US feeling, which was accentuated in
the 1960s by the triumphant consolidation of the Cuban Revolution. […]”, Patricio Meller, The Unidad
Polpular and the Pinochet dictatorship: a political economy analysis, Macmillan Press LTD, Great Britain
2000, p. 15.
6
sur, fueron sus opositores más firmes. En agosto de 1961 la administración Kennedy – en
este período su “obsesión cubana” llegó hasta la cumbre
5
–, para conjurar el peligro de que
otros gobiernos revolucionarios de inspiración marxista pudieran tomar el poder, ideó una
nueva estrategia política que resolviera de manera definitiva las causas de posibles
revoluciones en la área latinoamericana. En los años sucesivos fue puesta en marcha la
Alianza para el Progreso, un projecto de inversión que tuvo el objetivo de sustentar
económicamente
6
a los gobiernos que impulsararían la modernización del estado a través de
algunas reformas de carácter moderado como la reforma agraria, la ampliación del sufragio
electoral y la solución de algunos de los problemas sociales más urgentes (vivienda, salud y
educación)
7
. La consecuencia política más importante fue el abandono por parte de los
EE.UU. de sus aliados tradicionales en los países suramericanos, es decir las fuerzas
armadas y los partidos derechistas, a favor de las fuerzas políticas moderadamente
progresistas.
El evento cubano no tuvo sólo repercusiones sobre las relaciones y los equilibrios
sociopolíticos entre las distintas naciones, sino también representó el punto de partida de
una profunda reflexión en el seno de la Iglesia católica. De hecho, el Concilio Vaticano II,
convocado por Juan XXIII en 1962, fue el lugar donde se pusieron los cimientos de una
5
Sobre el desarrollo del choque diplomático y militar entre EEUU y Cuba en los primeros años sesenta cfr.
Thomas G. Paterson, L’ossessione cubana: la Baia dei Porci, la crisi dei missili e la guerra clandestina
contro Castro, en Leopoldo Nuti, I missili di ottobre. La storiografia americana e la crisi cubana dell’ottobre
1962, LED, Milano 1994, pp. 115-162.
6
“[...] il progetto dell’alleanza prevede investimenti in America latina dell’ordine di due miliardi di dollari
l’anno per un periodo di dieci anni […]”. Maria Rosaria Stabili, Il Cile. Dalla repubblica liberale al dopo
Pinochet (1860-1990), Giunti, Firenze 1991, p. 111.
7
Este plan estadounidense de inversión “acabará siendo un negocio redondo para los EE.UU. Los créditos
que los EE.UU concedía estaban condicionados a la compra de productos estadounidenses [...] de tal forma
que América Latina terminó exportando capitales hacia su vecino del norte. Siete años despues de ponerse en
marcha la Alianza para el Progreso, en 1968, Richard Nixon reconocía que la desnutrición no sólo no había
bajado sino que se había agravado”. David Fernandez, La “Iglesia” que resistió a Pinochet, Iepala Editorial,
Madrid 1996, p. 54.
7
nueva identidad eclesial, el acercamiento de la Iglesia a la realidad histórica contemporánea
y, sobre todo, donde se pusieron las bases para una nueva conciencia cristiana. Las
problemáticas conectadas con las luchas sociales en el tercer mundo tuvieron un papel de
primaria importancia en las tareas conciliares, y el mismo Papa Juan XXIII afirmó que “La
Iglesia se presenta, para los países subdesarrollados, tal como es y quiere ser: como la
Iglesia de todos y particularmente, la Iglesia de los pobres”
8
. En estas palabras destaca la
voluntad de recuperar la autenticidad evangélica del cristianismo y, al mismo tiempo, de
subrayar la razón principal de la situación prerrevolucionaria que se hallaba en América
Latina y otros continentes, es decir, la pobreza. Por primera vez la Iglesia católica hizo una
llamada concreta e inequívoca para que los gobiernos afectados por este “síndrome”
llevaran a cabo con urgencia cambios estructurales que tuvieran en cuenta la justicia social
y el desarrollo económico. En fin, el objetivo esencial era realizar una revolución de
inspiración cristiana frente al peligro de una “revolución descontrolada”
9
de matriz
comunista.
1.1.1 Las influencias del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia católica chilena.
La Iglesia católica chilena, representada en especial modo por la diócesis de Santiago,
no sólo apoyó desde el primer momento el mensaje radical emanado por el Concilio
Vaticano II, sino que también empujó más allá el papel modernizador de la tarea
evangelizadora. Ya en 1963, el arzobispo Silva Henríquez, por medio de la Misión General
de Santiago, propuso un cristianismo que hasta entonces no se había realizado, es decir, un
cristanismo vinculado a lo social, más cercano a las nececidades de la gente y, sobre todo,
8
Véase D. Fernandez, La “Iglesia”, cit., pp. 44-45.
9
Ivi, p. 54.
8
consciente del hecho de que el laico pertenecía a la iglesia de pleno derecho. Por este
motivo empezó una obra de promoción religiosa dirigida a los laicos para que enseñaran el
catecismo junto a los sacerdotes y promovieran la formación de nuevas comunidades
cristianas vivas y reactivas frente a los estímulos sociales. Esta “evangelización masiva”
tenía una dúplice finalidad: por un lado, controlar de manera minuciosa – en sentido
religioso – ciudades que como Santiago crecían de manera desproporcionada
10
; por otro, y
quizás esta era la razón más importante, vehicular mensajes de paz social y moderación en
las clases sociales más sensibles a las ideas revolucionarias que andaban propagandose a lo
largo del continente.
1.2 Herencia política del gobierno Frei (1964 – 1970).
En Chile la búsqueda afanosa de una alternativa moderada capaz de estorbar los
partidos de izquierda fue resuelta de manera victoriosa gracias a las elecciones
presidenciales de septiembre de 1964, cuando el candidato del Partido Demócrata
Cristiano
11
(PDC), Eduardo Frei Montalva, obtuvo el 56,1% de los votos derrotando a su
rival político, Salvador Allende, líder de la coalición de izquierda Frente de Acción
Popular. El programa con el cual Frei se presentó a los electores fue nombrado Revolución
en la Libertad ya que sintetizaba perfectamente los impulsos reformistas del PDC y, al
10
“ […] The population of Santiago doubled between 1952 and 1970, when it reached 2,8 million inhabitants
[…]” ver Alan Angell, Chile since 1958, en Leslie Bethell (edited by), The Cambridge History of Latin
America, Volume VIII, 1930 to the present, Cambridge University Press, Cambridge 1991, pp. 311-382: 313.
11
El origen del PDC data de finales de los años treinta del siglo XX, cuando unos jóvenes católicos
reformistas – entre ellos recordamos a Eduardo Frei, Rodomiro Tomic y Bernardo Leighton, que en los años
siguientes serían tres de los protagonistas de la escena política chilena – fueron expulsados del Partido
Conservador y fundaron la Falange Nacional. En 1957 la Falange se unió a otros agrupamientos políticos
cambiando el nombre original en Partido Demócrata Cristiano, marcando de manera definitiva su orientación
ideológica. El éxito de este partido fue rápido: en las elecciones presidenciales de 1958 (todavía con el
nombre de Falange Nacional) su candidato (Eduardo Frei Montalva) obtuvo casi el 21% de los votos
nacionales; en las elecciones parlamentarias de 1961 el partido llegó hasta el 15,4% y en las municipales
alcanzó el 22%. El PDC se confirmó como única fuerza política de Centro en las elecciones parlamentarias de
1965, obteniedo un resultado sin precedentes, es decir el 42,3% de los votos.
9
mismo tiempo, subrayaba la contraposición a un posible régimen comunista. Los ejes
económicos fundamentales de este proyecto eran la reforma agraria
12
y la “chilenización”
del cobre
13
. Sin embargo, la novedad absoluta se encontraba bajo el punto de vista social,
ya que a través de un proyecto llamado Promoción Popular, el gobierno se encargaría de
12
La reforma agraria era una cuestión muy compleja, ya que no sólo afectaba a la economía, sino también a la
estructura social presente en las zonas rurales. El sistema del latifundio, sobre el cual se había basado la
agricoltura chilena hasta entonces, no sólo retrasó el desarrollo económico y productivo del país, sino que
también causó el aumento de las importaciones de productos alimenticios, incrementando la dependencia del
mercado internacional. Las causas del atraso del sistema eran múltiples, algunas formaban parte de una
incómoda herencia de la época colonial, pero, entre ellas, una en paticular merece ser planteada, porque nos
introduce directamente en la polifacética y contradictoria relación que existía entre patrón y labradores. Era
una relación de tipo patriarcal donde el único anhelo del campesino era encontar a un “buen señor” que le
garantizara trabajo y protección para él y su familia durante toda su existencia. El nivel salarial de los
campesinos era de lo más bajo y casi el 70% del sueldo era pagado en especie; además, las reglamentaciones
de trabajo eran exclusivamente verbales y no existían organizaciones sindicales de campesinos y peones. Esta
explotación garantizó a los latifundistas un enorme poder político y una riqueza desmesurada durante mucho
tiempo. Pero, sobre todo, generó un mundo paralelo completamete aislado y refractario a las necesidades de
un sistema económico que debería afrontar la nueva situación demográfica del país. De hecho, los
latifundistas no tenían ningún interes en invertir en la tecnología necesaria para la modernización de las
labores y el incremento de la productividad y de la competitividad, simplemente porque estos eran conceptos
ajenos a un sistema agrario arcaico en el cual, aún en 1965, menos del 10% de los propietarios poseían el 90%
de la tierra cultivable.
El objetivo principal de la reforma agraria elaborada por el PDC era la repartición de la tierra cultivable entre
los campesinos para que se redujera el desequilibrio de la propriedad y se incentivara el desarrollo de la
pequeña propriedad. Según este proyecto, el incremento de la pequeñas empresas incrementaría la producción
agrícola resolviendo la nececidad creciente de productos alimenticios debida a la reciente y rápida
urbanización.
La reforma procedió más lentamente de lo que el gobierno preveía, pero obtuvo algunos cambios sustanciales:
“[...] by 1969... more than 1,300 farms had been expropriated, with a land area of more than 3 million
hectares, representing about 6 per cent of all arable land in Chile and including about of 12 per cent of all
irrigable land. About 650 asentamientos were created to incorporate some twenty thousand families, and
another two thousand families were given land directly […]”Alan Angell, Chile since 1958, cit., p. 335.
13
El objetivo de la “chilenización”, o sea la nacionalización de los recursos mineros del país, era integrar en
la economía chilena todo el ciclo productivo del cobre – desde la extracción hasta la refinacíon del mineral –,
de manera que los capitales estuvieran disponibles para el desarrollo industrial de la nación y dieran al
gobierno chileno un papel más decisivo en el mercado internacional. De hecho, a pesar de que Chile tuviera
algunas de las minas de cobre más grandes del mundo, la propriedad de estas pertenecía a empresas
extranjeras, sobre todo norteamericanas, que a comienzos del siglo XX habían empezado a invertir en el
sector minero. Desde los años veinte, dos sociedad estadounidenses, la Anaconda Corporation y la Kennecott,
poseían las tres mayores empresas mineras de Chile (Andes Copper, Chile Exploration Company y Braden
Copper) y las minas de Chuquicamata y El Teniente. La explotación de los recursos naturales e industriales
por parte de compañias extranjeras generó una dependencia económica que repercutió en todos los aspectos
productivos del país. La solución propuesta por el gobierno Frei fue la adquisición pactada del 51% de las
acciones de las empresas controladas por los EE.UU., de manera que el Estado, participando en la propriedad,
pudiera utilizar las ganancias para invertir en su propio progreso económico. Este proceso empezó en 1967,
cuando la Corporación del Cobre (CODELCO) adquirió el 51% de la mina El Teniente, poseída por la
Kennecott y, en 1969, el 51% de las minas de Chuquicamata y de El Salvador, de propriedad de la Anaconda
Corporation.
10
apoyar económicamente y de consentir una rápida integración de los sectores populares
más pobres y marginados de la sociedad chilena, sobre todo las mujeres y los pobladores.
Estos últimos, eran las “víctimas” de la reciente urbanización y vivían en la periferia más
pobre de Santiago en casas ruinosas sin servicios higiénicos, sin electricidad y agua
corriente; por lo tanto, la marginación social presente en estas zonas de la ciudad hacía de
los pobladores una fuente potencial de votos ya fuera para el PDC, como para la izquierda.
Las numerosas comunidades cristianas nacidas gracias a la obra de la Misión General de
Santiago tuvieron un papel fundamental en la propaganda electoral en favor de Frei y, por
eso, dejaron pocas dudas sobre quién iba a vencer. Además, fue determinante para el éxito
del PDC el hecho de que el espíritu reformista presente en su programa, aunque preveía una
serie de cambios verdaderamente radicales, no ponía en entredicho la estructura social del
país, ya que, en lugar de la lucha de clase propagada por la izquierda, proponía una
integración que abrazaba toda la gama social chilena.
Esta particularidad garantizó a la Democracia Cristiana no sólo el apoyo de la Iglesia,
sino también el del gobierno estadounidense, que vio en la Revolución en la Libertad la
posibilidad de conjurar la victoria de Allende y atajar el avance del peligro marxista
14
. El
fruto de este conjunto de fuerzas contrastantes e inconciliables, fue una campaña electoral
14
“During the 1964 campaign, overt action consisted of two principal components. One was direct financial
support to the Christian Democratic campaign. The CIA paid for most than half total campaign costs.” Staff
Report of the Select Committee to Study Governmental Operations with Respect to Intelligence Activities,
Covert Action in Chile, 1963-1973, United State Senate, Washington D.C. 1975, p.15 citado por Sergio Bitar,
Chile: experiment in democracy, cit., p.22, nota 23; “The CIA spent more than $2.6 million in support of PDC
candidate […]”Staff Report of the Select Committee to Study Governmental Operations with Respect to
Intelligence Activities, Covert Action in Chile, 1963-1973, cit., p. 9 citado por Alan Angell, Chile since 1958,
cit., p. 329.
11
que llegó a un enfrentamiento ideológico sin precedentes en la historia del país
15
y que
desorientó políticamente al elector, al cual se le presentó un porvenir sin matices, donde la
única opción posible sería entre la democracia o un régimen comunista represivo.
La herencia que este choque ideológico dejaría en los chilenos fue una profunda
división social y política que se agudizó – quedando, sin embargo, en un estado de latencia
– en los seis años del mandado presidencial de Frei. Por otro lado, era inevitable que un
programa que contenía unas reformas tan ambiciosas no llevara, a lo largo de su
realización, a algunas fricciones entre el gobierno y la sociedad civil, sobre todo si tenemos
en cuenta la marcada heterogeneidad social de la base electoral de la Democracia Cristiana.
Su carácter multiclasista, de hecho, le garantizó el favor de los electores integrantes por lo
menos de cuatro sectores sociales: la clase media, sobre todo los profesionales y los
técnicos; los campesinos, galvanizados por la reforma agraria y por la perspectiva de la
formación de sindicatos; los pobladores, animados por la promesa de una verdadera
integración social; los terratenientes y los medios y pequeños empresarios, que, a pesar de
las expropiaciones y de la intervención estatal en los sectores productivos, se sintieron
tranquilizados por la esencia moderada y pactada de las reformas económicas programadas.
Esta heterogeneidad, que en un primer momento pudo parecer fuente de armonía social,
demostró, en cambio, toda su debilidad y sus contradicciones interiores causadas por los
diferentes intereses económicos radicados en cada clase. Además, la conducta del gobierno
agudizó las fricciones porque, para satisfacer las expectativas de todos los sectores, se
15
“[…] The campaign, referred in Chile as a “campaign of terror,” sought to depict Allende candidacy as one
that would institute a repressive and bloody regime in which, among other things, children would be taken
away from their mothers […]” ver Arturo Valenzuela, The breakdown of democratic regimes, Chile, The
Johns Hopkins University Press, Baltimore 1978, p. 36.
12