Pirandello y Unamuno a través del espejo

Io penso che la vita è una molto triste buffoneria, poiché abbiamo in noi, senza sapere né come né perché né da chi la necessità di ingannare di continuo noi stessi con la spontanea creazione di una realtà (una per ciascuno e non mai la stessa per tutti) la quale di tratto in tratto si scopre vana e illusoria. Chi ha capito il gioco non riesce più a ingannarsi; ma chi non riesce più a ingannarsi non può più prendere né gusto né piacere alla vita. Così è

(Yo pienso que la vida es una bufonada muy triste, por qué todos tenemos dentro, sin saber ni cómo ni por qué ni desde quién, la necesidad de engañarnos de continuo con la espontánea creación de una realidad (una para cada uno y nunca la misma para todos) la cual cada vez se muestra inútil e ilusoria. Quien ha entendido el juego ya no consigue engañarse; y quien ya no consigue engañarse ya no puede coger ni gusto ni placer a la vida. Así es.)

Si queréis entender el pensamiento de Pirandello podemos recurrir a una experiencia que todos hemos probado y seguimos viviendo cotidianamente.

Sólo hace falta grabar nuestra voz, o mirar una foto antigua que nos retrate o, aún más,
sencillamente observar vuestra imagen frente a un espejo.
¿Qué vemos?
¿Podemos reconocernos? ¿Qué es lo que ven nuestros ojos? ¿Somos nosotros o es otro el que vemos?

De todas estas dudas el escritor Italiano nos "salva" con una observación: esa imagen es una de las posibles infinitas imágenes que tenemos de nosotros, es decir, somos seres cambiantes, atrapados en una forma.

Esa forma es la base de la vida en comunidad, quizás una manera de preservarnos de posibles peligros a la hora de poder reconocer "al otro", o quizás una manera de afirmarnos, de describirnos y de "categorizarnos".

Esa forma se explicita en la identidad de la cual, por ejemplo, la vida organizada en sociedad necesita hasta una prueba física y reglamentada por las autoridades, una prueba, el documento de identidad, que nos inscribe en el contexto en el cual vivimos.

¿Cuántos pensadores se han parado a pensar a la pregunta esencial de "quien soy Yo"? y ¿nos parece que la manera más apropiada para escribir un nombre y varios apellidos sea acompañarlos de nuestra dirección y de una foto tomada un día particular? ¿Es que esto nos describe? Si estamos convencidos de esa forma nos convierta en una personas, no es posible entender a Pirandello, pero si, al revés, eso nos apasiona, levanta sensaciones raras en vuestras almas, si nuestros comportamientos no tienen explicación lógica, si por ellos nos creen 'locos', si esas preguntas nos atormentan porque realmente no sabemos quienes somos, entonces Pirandello es uno de nosotros.

Si al hecho de que ni nosotros podemos decir que estamos hechos de una única manera, ¿cómo es posible que los demás lo hagan?. Las personas se hacen una idea de nosotros, que también cambiará según el momento, para poder insertarnos en una
categoría y clasificarnos, pero está claro que es una idea mal reducida de lo que somos en realidad.

Fundamentalmente lo que Pirandello hace es trasladar la filosofía del "Panta rei" de Demócrito a la situación actual del ser humano en el "day after" de la caída de los ideales del positivismo "risorgimentale"

Una Realidad no nos fue dada, tenemos que hacerla nosotros, si queremos ser: y nunca será una para todos, una para siempre, pero de continuo y infinitamente mudable

Uno nessuno e centomila es la novela de Pirandello que quizás sea más apropiada para leer si queremos enfrentarnos a la pregunta ¿qué es la realidad?

El protagonista, Vitangelo Moscarda es un hombre relativamente "normal", lleva toda su vida trabajando, amando su mujer, llevando entonces una vida como muchas personas. El libro empieza así:

"¿Qué haces?" Me preguntó mi mujer, mirándome extrañamente quedarme en frente del espejo. "Nada", contesté "me miro aquí allí, dentro la nariz, en esta nariz. Tocando, siento un cierto daño". Mi mujer sonrió y dijo: "Creía que estabas mirando hacia está torcido ". Me giré como un perro al cual alguien le hubiera pisado la cola: "¿Torcida? ¿A mí? ¿La Nariz?

Esta banal observación de su mujer hunde el protagonista en la locura. Vitangelo empieza a perder de vista el significado de su propia vida porque empieza a darse cuenta de que el punto de vista desde el cual su mujer lo observa ofrece una imagen diferente de la que tiene él; sus creencias caen y de repente se encuentra sin una salida posible. Sus amigos, la gente que pasa por la calle, cada persona en el mundo lo mira con ojos diferentes y estos ojos determinan una visión particular de lo que él es; Vitangelo pasa de un único, a ser "uno" entre "cien mil" y en consecuencia, deja de existir un sólo Vitangelo, sino cien mil que cambian según el contexto. Es imposible llegar al verdadero ser, es imposible llegar al profundo "yo " que caracteriza la persona. Por tanto se hace inexistente o "ninguno".

¿Qué hace entonces?

Pues en esta novela,, a través de Moscarda, el autor sugiere que atrapemos el ser en una forma y nos quedemos en ella por un tiempo: "esa forma no es nada más que la forma social, la forma en la cual nosotros y la sociedad nos encasilla; en otras palabras, tampoco tenemos por qué quedarnos en la posición en la cual la sociedad (y nosotros) nos ponemos en ese momento, y en ese contexto temporal en el cual nos movemos fundamos la nuestra realidad y la de los demás.

La forma es necesitada por la sociedad para ejercer una coerción sobre el individuo; en la vida moderna el individuo intenta preservar su propia individualidad, su independencia y su propia particularidad en oposición a las fuerzas que la sociedad la cultura y la técnica ejercen en su contra.

El personaje pirandelliano para poder sobrevivir a la constante presión, necesita ponerse una máscara, una máscara que varia según el contexto en el cual el personaje se encuentra; esa máscara es la forma, el aspecto exterior que el individuo-persona asume dentro de la organización social.

Esa ficción es necesaria y es determinada por la hipocresía de los demás ;la diferencia entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva personal es la causa principal de la destrucción y deshumanización de esta última; una metáfora de la condena del individuo a actuar siempre el mismo papel impuesto desde fuera, sobre la base de convenciones que sostienen la existencia de la masa.