La evaluación del aprendizaje en la actividad táctica en el equipo de balonmano

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A partir de 1967 se incorpora al plan de estudios y inicia su práctica en diferentes instituciones, de manera especial en las Fuerzas Armadas

Revolucionarias. Años más tarde se instaura el calendario nacional de competencias y se constituye la Federación Cubana de Balonmano (FCB).
En ese contexto, el rumano Floirán Stoenescu, aportó sus experiencias. Como resultado, se conciben cursos y seminarios a entrenadores, para su desarrollo. En respuesta, se establece el Manual de Enseñanza del Balonmano, a partir de una versión traducida de Europa. En 1977, el INDER aprueba la inserción en el programa de los Juegos Nacionales Escolares y más tarde se incluye en las EIDE del país. En correspondencia, la disciplina deportiva ha de reconocer las exigencias didáctico-metodológicas del PEA y sus carencias esenciales.
Se consideran hitos para esta investigación: la elaboración del primer Programa de preparación del deportista (1986), la precisión de los fundamentos tácticos en el PEA (1990), la inclusión del control de rendimiento de la actuación técnico-táctica del jugador (1998). Siendo así, se asume el criterio de periodización relativo al tratamiento didáctico del PEA de la actividad táctica en el balonmano, con énfasis en la evaluación. En tal sentido, se determinan los indicadores que facilitan el análisis de la evolución histórica de este proceso:

1) El tratamiento al PEA de la actividad táctica
2) Las formas y procedimientos para evaluar la actividad táctica

El estudio del proceso en función de la determinación de sus características evolutivas esenciales permite la definición de dos etapas:

* Organización del PEA en el balonmano (1980-1998)
* La táctica como determinante en la preparación del balonmanista (1999 – 2014)

Etapa I. Organización del PEA en el balonmano (1980-1998)
La evaluación de la actividad táctica en el balonmano emerge y se desarrolla en la medida en que fue organizándose el PEA. Se perfecciona con la adecuación paulatina a sus particularidades a partir de 1980, la incursión en las EIDE, la Educación Física en la enseñanza secundaria y media superior.
Para la enseñanza en 1980 se establece una guía metodológica única la cual regía la dirección del PEA del balonmano para toda esta variedad de participantes con características diferentes, así como los fines competitivos. Dicho proceso estaba contextualizado a los modelos europeos cargados de un exquisito predominio físico, así como los elementos técnicos y especificidades. Pero no se tenían en cuenta los fundamentos tácticos y tampoco respondía a las particularidades de las diferentes edades. Las valoraciones eran acertadas en la medida que sus practicantes aprendían a jugar o no.
En el curso escolar 1985-1986 se introduce el primer Programa de preparación del deportista de Balonmano en Cuba. A través de dicho importante documento rector el entrenador daba tratamiento al PEA, a partir del modelo técnico tradicional, el cual era referencia para muchos juegos deportivos en la época, se destaca por el elevado predominio técnico y se comenzaba a variar el nivel de complejidad en la enseñanza atendiendo a las diferentes edades, se identificaba el proceso por el protagonismo del método global-fragmentario-global. Esta enseñanza y su método priorizaban el desarrollo técnico por encima, de lo relativo a la ejecución de los movimientos, se apoyaba este método en las repeticiones para alcanzar el cumplimiento de los objetivos. Así la evaluación dependía en gran medida de la efectividad del jugador con una técnica determinada en el entrenamiento sin estar presente su relación en el juego.
El constante perfeccionamiento del Programa de preparación del deportista por estudiosos y directivos del balonmano, permite establecer la versión de 1988 elaborada por Cruz y Crossiel (1988) con el fin de alcanzar mayor organización metodológica en el PEA. Así comienza el desarrollo de la preparación por componentes, que destaca la preparación física y técnica como fundamentos.
Ambos componentes cumplían los requerimientos de la didáctica, se orientaban los objetivos en función de los jugadores, los métodos y las formas organizativas cumplían su finalidad. Por su parte, la evaluación revelaba su relación directa con el contenido y el elemento rector. De manera particular, la táctica se manifestaba al margen de los contenidos, al no contemplarse como un componente esencial de la preparación de los equipos de balonmano.
En 1990 cambios esenciales en los fundamentos del balonmano como la inclusión de los sistemas tácticos de juego justifican la adscripción a los criterios relativos a su rol determinante en el PEA. Por consiguiente, su tratamiento didáctico, estuvo caracterizado por los requerimientos dados en lo físico y lo técnico, sus basamentos en métodos repetitivos, poca variabilidad y un juego esquematizado, eran características distantes de las exigencias de la táctica. El hecho de su inclusión en la preparación avizoraba la determinación de la efectividad, por ende, predominaba la ausencia la evaluación.
La conformación de un nuevo Programa de preparación del deportista por Cruz (1995) no se distinguió por la atención a las deficiencias de la evaluación, pues la táctica seguía ausente y el proceso siguió su curso a ciegas. En lo específico, se solidifican los contenidos estructurados a partir del sistema de conocimientos, conformado en dos bloques (hábitos motrices y comportamientos técnico-tácticos); en un orden lineal en busca de una aproximación al juego total.
Las experiencias adquiridas por la dirección del balonmano cubano en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata en 1995, hace relevante la puesta en función de procedimientos estadísticos en los partidos. A partir de ese momento se consideró importante llevar a cabo el análisis de la recogida de información de la efectividad de las acciones que realizaban los jugadores en el partido, todo esto en función de retroalimentarse para el próximo partido o la preparación correspondiente, siendo este el primer indicio de evaluación de la táctica en el deporte de balonmano en Cuba.
En general, la práctica ejercida en la etapa manifestó el predominio de la atención a los requirimientos didácticos de la técnica por encima de la táctica, a pesar de comenzar a considerarse su relevancia para la preparación del balonmanista. Prevalece la ausencia de alternativas que satisfagan las exigencias de la evaluación en el PEA de la táctica.

Etapa II. La táctica como determinante en la preparación del balonmanista (1999 – 2014)
El establecimiento de formas de control por estudiosos del balonmano, en todas las direcciones de la preparación y la táctica, se correspondió con las exigencias competitivas. Las que, a su vez, impulsaron el constante perfeccionamiento del proceso, en función de lograr más efectividad y eficiencia.
Las soluciones a las carencias didáctico-metodológicas incidían con prevalencia en los aspectos físicos y técnicos. Mientras los biológicos, por ejemplo, la biomecánica, satisfacían necesidades básicas.
Por otra parte, los cambios sustanciales en el reglamento y la paridad físico-técnica entre los jugadores de los equipos que se enfrentaban, obligaba a encontrar respuestas de mayor alcance. Por consiguiente, la búsqueda de alternativas en el pensamiento del jugador en función de la efectividad técnica en el juego, caracterizó al balonmano como un deporte de predominio táctico.
A partir del curso 1999-2000 se perfecciona la organización y se enriquecen los contenidos referentes a la táctica. Para la evaluación de los contenidos se establecen cuatro test: tres en función del control de indicadores relativos a los aprendizajes técnicos y el otro, a la comprensión del juego. Este último, evalúa el conocimiento teórico de las reglas y las acciones del juego, a la vez que controla el rendimiento de las acciones individuales de los jugadores. Tales sucesos mantienen la disparidad en la atención a la táctica y ponderan el test como única forma para desarrollar la evaluación.
De igual forma, se instauran los análisis o chequeos de la preparación que, hasta la actualidad, se centran en el cumplimiento de los volúmenes de trabajo en los componentes de manera cuantitativa. Sin embargo, es casi nulo el seguimiento analítico a la progresión metodológica de los objetivos tácticos. Este proceder revela la necesidad de comprobar el alcance de los objetivos cuya trascendencia como categoría rectora se expresa en el plan escrito, para lograr un estado superior.
Es notable la prioridad ofrecida a la atención individual desde la evaluación de la táctica en los controles estadísticos de rendimiento, aún cuando el equipo determina el carácter colectivo del PEA. Con frecuencia, tales situaciones frenan el progreso de los jugadores, en contradicción con la lógica interna del tratamiento al deporte de alto rendimiento. En ese contexto, prevalece la enseñanza de la táctica sobre la base de la repetición y no de la variabilidad. De este modo, se truncan las aspiraciones sociales de lograr un ente activo, inteligente, creativo e independiente al tomar decisiones en acción.
No obstante, es válido destacar la colaboración de técnicos de países potencias en dicho deporte. Como resultado, en los años 2009 y 2011 entrenadores españoles imparten cursos de la Federación Internacional de Balonmano. De igual modo, contribuyen a la concepción de un nuevo Programa de Preparación del Deportista, con una visión más integral y contextualizada de la táctica. Su implementación en 2013 dota el PEA de importantes conocimientos teóricos para facilitar la comprensión del juego, sobre la base del método analítico.
Se promueve la enseñanza a través de métodos como: las situaciones simplificadas, el problémico, entre otros en función del desarrollo del pensamiento creativo en el jugador, para enfrentar las controversias dadas. En tal sentido, se estimula la concepción de ejercicios cada vez más próximos a la dinámica del juego. Predomina el control del rendimiento y resultado en la evaluación de la táctica, expresión del resultante de cada acción. Por consiguiente, queda al margen la esencia del proceso que revela la connotación, profundidad, vías, recursos y logros del aprendizaje individual y colectivo.

De este modo, la evaluación de la actividad táctica se centra en la actitud del jugador e ignora otros factores influyentes en el aprendizaje. Desde esta perspectiva, se prioriza su función de control y el análisis se
posiciona en un paradigma netamente cuantitativo, que a la vez contradice la naturaleza inexacta de la táctica en la relación teoría-práctica, en entrenamiento y juego.
El estudio histórico referencial de la evaluación de la actividad táctica en el PEA del deporte balonmano, evidencia el tránsito experimentado en su organización, implementación y perfeccionamiento. De igual forma, se manifiesta la necesidad de su tratamiento desde la integralidad merecida entre los factores psicológicos, sociales y pedagógicos en estrecha relación con la visión personológica del proceso (equipo- entrenador). En consecuencia, es posible determinar las características esenciales de las etapas definidas en la periodización:
* Tránsito de una formación táctica tradicional a una preparación táctica más contextualizada al juego y su naturaleza, que aún no favorecen el desarrollo del jugador y el equipo
* Predominio del control de rendimiento y resultado en la actividad táctica, en detrimento del reconocimiento a la evaluación del aprendizaje como proceso integrador
* Limitado aprovechamiento de las bondades de la evaluación, a partir de sus funciones en el PEA de la actividad táctica