La manipolazione mediatica del governo guatemalteco e il genocidio silenziato della comunità Maya: il caso ixil

Ahora es necesario detenernos en una cuestión bastante evidente, aunque objeto de continuos debates: ¿en Guatemala hubo genocidio? El jurista Raphael Lemkin, en 1940, ante las nuevas formas de violencia que caracterizaban el mundo, se dio cuenta de que las leyes entonces existentes eran, cuanto menos, obsoletas.
De este modo, dos años más tarde difundió el término genocidio (del griego genos, raza, tribu; y del latín cide, matar), que se distancia de los crímenes de guerra, y que resulta por esto, muy difícil de detectar. En efecto, la acusación de genocidio se comete en el caso de que se cause un daño físico y psicológico grave a los miembros de un grupo, se impongan condiciones con el objetivo de provocar su destrucción, se impida la natalidad dentro del grupo o que los niños sean trasladados forzosamente de un grupo a otro.
Sin embargo, antes de analizar si en Guatemala se llevó a cabo realmente un genocidio, es necesario aclarar algunos puntos.

José Efraín Ríos Montt, ya presente en la escena política como líder de las fuerzas de izquierda, además se había convertido durante esos años en ministro de la iglesia pentecostal, llegando a ser famoso por los sermones que daba cada domingo en la televisión nacional.

El 1 de abril de 1982, el nuevo gobierno publicó el PNSD (Plan de Seguridad y Desarrollo Nacional) a través del cual se proponía una serie de transformaciones sociales, y entre los 14 puntos del plan, seguramente sorprende el quinto:

«lograr la instauración de un espíritu nacionalista y crear las bases para la participación y la integración de los diferentes grupos étnicos que componen nuestra nacionalidad»
_{[PNSD punto 5, Junta Militar de Gobierno compuesta por Efraín Ríos Montt, el General Horacio Maldonado Schaad y el Coronel Francisco Luis Gordillo (1982).]}

porque esas palabras pacíficas, en realidad se convirtieron en 440 masacres (en un total de 700 perpetradas durante toda la guerra civil), caracterizadas por una violencia total, no solo contra los hombres guerrilleros, sino también hacia las mujeres, los niños y los ancianos de las comunidades indígenas, definidas como los "aliados naturales de la guerrilla", que recordamos, constituían entonces la mayoría de la población. Por esta razón, ha sido necesario establecer un vínculo entre la política anti-insurreccional y el racismo estructural, que siempre ha estado presente en el estado guatemalteco.
Un factor interesante se encuentra en los sermones dominicales de Ríos Montt citados anteriormente, a través de los cuales se confirma el poder lingüístico, ya que conociendo una de las lenguas mayas, permitía a las comunidades indígenas reflejarse en él, y en principio el dictador se dirigía a ellos llamándolos «hijos míos», procediendo luego con el objetivo (básicamente logrado) de eliminarlos definitivamente del mapa geográfico. Este es un ejemplo evidente de una técnica de persuasión, una estrategia psicolingüística y pragmática para hacer que el público, en este caso maya, se sintiera representado y, sobre todo, seguro en presencia de Ríos Montt, el cual, "teniendo en sus manos" la mayoría de la población, encontró el camino libre para ejercer su violencia.
Además, la primera etapa del Plan Nacional de Seguridad y Desarrollo fue el llamado Plan Victoria 82, que en realidad no estaba orientado hacia lo que se convertiría en la acusación de genocidio, sino que apuntaba al "bien común" en favor sobre todo de los civiles que se encontraban en las zonas de conflicto, otra razón por la cual la comunidad ixil apoyaba casi totalmente a Ríos Montt al principio, ya que veían en el poder a un hombre interesado en el bien de sus territorios y de su cultura.
Más allá del componente religioso, una excusa de tales violencias se encontraba en el ambiente tenso de la guerra fría que ponía como objetivo principal detener el comunismo, que en este punto había sido el fil rouge de toda la guerra civil, donde el gobierno siempre había visto cada forma de oposición como un "enemigo interno".
En este contexto se puso en práctica la estrategia de la tierra arrasada, o como la parafraseaba Ríos Montt «quitar el agua a los peces», un concepto plasmado por el jefe de la inteligencia militar guatemalteca, Mauricio Rodríguez Sánchez y que buscaba una limpieza política, étnica, social, de modo que no quedara ni siquiera su recuerdo. De hecho, el concepto de tierra arrasada se vinculaba a la Operación Sofía, un plan de operaciones secretas perpetrado contra la región Ixil, base de apoyo de los "guerrilleros" de la EGP. Quitar el agua a los peces, en este caso, se refiere al hecho de que la guerrilla necesitaba a la población civil de la misma manera que los peces necesitaban el agua. Se trata, desde el punto de vista lingüístico, de una metáfora, elemento esencial en la comunicación persuasiva, en la que las imágenes y las similitudes apuntan a persuadir a fascinar al público, y que se convierte, a todos los efectos, en uno de los instrumentos lingüísticos más peligrosos.

La violencia fue inaudita, ya que las operaciones del ejército incluyeron torturas, destripamientos y decapitaciones. No eran raros los casos en los que las víctimas eran arrojadas aún vivas en fosas comunes, y las mujeres violadas y humilladas. Aquí, es importante recordar el proceso llamado Sepur Zarco (2016) que tomó su nombre de la zona en el departamento de Quiché, donde el ejército cometió atroces crímenes de género contra las mujeres, muy a menudo ante los ojos de sus hijos. Estos últimos, en caso de que no fueran asesinados, eran capturados por las patrullas y abandonados en orfanatos. Posteriormente, los soldados procedían a la destrucción total de las casas -en muchos casos las hacían estallar con civiles forzados dentro-, de los medios de subsistencia y les negaban dar un entierro digno a sus seres queridos, práctica fundamental en la cultura religiosa maya.

Precisamente por estas razones, parece evidente que en Guatemala se haya producido un genocidio, al igual que otros de triste fama, como el holocausto de los judíos y los armenios.
Pero si la masacre de estas poblaciones mayas fue tan violenta, ¿por qué el mundo exterior sigue sin conocerlo? Y, sobre todo, ¿por qué los crímenes han quedado impunes?

El control social, la manipulación de las masas y el deseo del hombre de dominar sobre el hombre siempre han formado parte de la historia de la humanidad. De hecho, si analizamos la historia de la civilización humana, nos damos cuenta de que donde hay poder, también hay alguien que querría tener el control de lo que se dice sobre su propio trabajo.
Y este control toma el nombre de censura, inherente a la comunicación pública ya en los tiempos de las polis griegas -donde una de las formas más comunes era la política, en el que los gobernantes controlaban a menudo los debates políticos para que las opiniones expresadas no pudieran ser peligrosas para el Estado-, o incluso en el Imperio Romano con la quema de libros y posteriormente a través del poder papal durante la Inquisición.

Con la invención de la imprenta o, mejor dicho, con su difusión en Europa en el siglo XV, la información sufrió una divulgación mucho más dinámica, y precisamente en este período nació la figura del magistrado que, entre otros cargos, también tenía el poder de conceder o no el permiso para publicar una obra determinada.
Sin embargo, es necesario señalar que, a pesar de las limitaciones, la prensa también permitió generar una contranarrativa que ofreciera un punto de vista múltiple con respecto a la propaganda oficial.
El culmen de la actividad censoria se alcanzó en el siglo XX, donde, por ejemplo, en la Italia fascista, la adopción de las Leyes Fascistísimas preveía también que los periódicos pudieran ser publicados solo por responsables reconocidos por el Estado, es decir, personas fieles al fascismo.
O incluso, en la Alemania nazi, cientos de periódicos fueron cerrados, junto con la censura de libros, películas y otros medios considerados no conformes con el partido.
El mismo Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, entre los máximos exponentes del régimen nazi, así como periodista, escribió:

«Cualquier persona que todavía tenga una pizca de honor debe tener mucho cuidado antes de elegir la profesión de periodista» _{[Joseph Goebbels (1941)]}

Y siempre fue él quien declaró que «la propaganda es un arte, no importa si esta cuenta la verdad» y la propaganda, que es una forma de comunicación que busca influir en la opinión pública a favor de una causa, fue objeto de estudio de Noam Abraham Chomsky, lingüista estadounidense, fundador de la gramática generativo-transformacional. De hecho, en los últimos años, gracias a sus teorías sobre el tema, se ha elaborado un decálogo¹⁸ sobre las estrategias de manipulación a través de los medios de comunicación:

1) La estrategia de la distracción, en la que la atención del público se desplaza de los problemas importantes a factores superficiales e irrelevantes.
2) Crear problemas y luego ofrecer soluciones. La creación de problemas puede provocar una reacción pública determinada, creando una especie de clima de colaboración y haciendo creer que el problema en cuestión es la causa de las medidas que se toman.
3) La estrategia de la gradualidad, que consiste en perpetuar una determinada medida gradualmente de tal manera que sea casi imperceptible.
4) La estrategia de diferir. Presentar una decisión como "dolorosa pero inevitable" para obtener la aceptación pública.
5) Dirigirse al público como si fueran niños. Al prestar atención al mundo publicitario, nos damos cuenta de que la entonación, los discursos y los argumentos presentados aparecen en su mayor parte particularmente infantiles. Y cuanto mayor sea la intención de "engañar" al espectador, más infantil será el tono utilizado.
6) Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
7) Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad, de modo que no tenga la capacidad de comprender las técnicas de manipulación utilizadas para controlarse a sí mismo.
8) Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Retomando el punto anterior, el público piensa que no tener una cultura o no informarse es justo.
9) La culpa. El individuo es empujado a creer que las desgracias son generadas por la insuficiencia de sus capacidades. De este modo, creyendo que él mismo es el culpable, no tiende a rebelarse contra el sistema, sino que se devalúa a sí mismo, provocando una ulterior reducción de su obra, de su acción. De esta manera, una revolución no es posible.
10) Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

Si llevamos las teorías de Noam Chomsky al caso guatemalteco, veremos cómo Efraín Ríos Montt creó un verdadero caos, una emergencia nacional, lanzando una campaña contra la guerrilla de izquierda e identificándola como "enemigo interno". De hecho, acusó a la población maya de ser terroristas y dijo que su gobierno estaba librando una guerra justa contra quienes ese gobierno querían destruirlo injustamente.

Como ya se ha señalado, la tragedia que ha sufrido el pueblo guatemalteco ha sido de tal horror que parece evidente para casi todos que se haya tratado de genocidio. Sin embargo, hay que tener en cuenta que llegar a tal conclusión tiene implicaciones sociopolíticas de gran alcance, es decir tiene una relevancia tanto política como social, refiriéndose a las transformaciones y a los cambios de un determinado fenómeno y sobre todo, no debemos olvidar que la incidencia de los medios de comunicación en la vida social es de suma importancia, y precisamente sobre esto nos detendremos en el próximo capítulo, analizando y profundizando el tema de la manipulación mediática a través de la pragmática de Charles Morris.
Según una opinión generalizada, la libertad de prensa se encuentra en la base de una sociedad democrática, pero la censura es a menudo controvertida, ya que, a pesar de verse más como un límite a la libertad de expresión, no es raro encontrar a quienes creen que son necesarias para mantener el orden social y la seguridad nacional.
Efectivamente, en algunos países democráticos, la censura se limita a la información considerada "perjudicial" para la seguridad nacional, o incluso "ofensiva" para la moralidad pública, pero de hecho, existe.
Además, como se ha señalado anteriormente, la censura siempre ha formado parte de la civilización humana y, como se analiza en el Índice de Libertad de Prensa -una clasificación anual elaborada por los Reporteros Sin Fronteras basada en los testimonios relativos a la libertad de prensa de las naciones- del año 2023, la situación mostrada en el siguiente mapa nos muestra que 31 países todavía están por debajo del índice más grave (vd. "very serious situation"), seguidos de 42 países en la categoría "difficult", de la que también forma parte Guatemala, 55 "problematic" y solo 52 países entran en las categorías "satisfactory" y "good".



_{18 R. Z. L’intellettuale dissidente, Noam Chomsky. Le 10 strategie di manipolazione mediatica (2012) [disponible en: urly.it/3wqfd]}