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Por último, se afronterá un análisis cualitativa, desde el punto de vista de la relación
entre el emisor y el receptor, sobre un catálogo turístico proveniente de una agencia de
viaje española que promueve viajes de sol y playa. A través de la investigación intentaré
llevar a la luz: las principales formulas de comunicación que la empresa utiliza para
lograr la diferenciación frente a los productos de la competencia; y los rasgos del
lenguaje turístico que aparecen en los mensajes publicitarios despertando el interés de
los destinatarios mediante conexiones que activan una actitud positiva hacia el mensaje
e invocan las más diversas sensaciones para estimular a sus públicos.
Se destacarán en particular los típicos recursos lingüísticos y estilisticos utilizados en
los textos turísticos para vencer la resistencia inicial del receptor y para desarollar en él
fuertes mecanismos de motivación.
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CAPÍTULO 1:
LOS LENGUAJES ESPECIALES
En primer lugar, se plantea el problema de la diversidad de los términos utilizados para
denominar estas variedades lingüísticas: los investigadores de la materia hablan de
lenguas especializadas, lenguas de especialidad, lenguajes especializados, lenguajes
especiales, lenguas con (para) fines específicos o más en particular, español con fines
específicos; fuera del dominio del español, aparecen también otras denominaciones,
como la de micro lenguas, difundida en Italia. A veces, por el lingüísta, la elección de
un sintagma u otro se basa en una opción explícita, otras veces los términos se utilizan
como sinónimos (Calvi, 2000:11).
Entre ellas, he elegido la de lenguajes (o lenguas) especiales que considero más
oportuno y conveniente para mi trabajo.
Los lenguajes especiales son variedades del sistema de la lengua común - por lo tanto
entrocados en ella - que surgen para satisfacer unas necesidades comunicativas
determinadas, cumpliendo con un propósito comunicativo restringido.
De la misma manera que no hay un sólo lenguaje cientifico, sino tantos como ciencias,
ni un solo lenguaje técnico, sino tantos como técnicas, lo mismo se afirma de los
lenguajes especiales.
Sager los define como sistemas semióticos, complejos y semiatónomos, basados en el
lenguaje común y derivados de él; su empleo presupone una educación especial y está
restringido a la comunicación entre especialistas en el mismo campo o en uno
estrechamente relacionado (Sager, 1980: 69).
Por lo que se refiere las propuestas de algunos otros investigadores, es interesante tomar
en consideración la de Gutiérrez, quien a su vez, los define como sistemas libre, con
recursos que abarcan todos los planos de la lengua, y que poseen varios registros y más
que características léxicas (Gutiérrez Rodilla, 1998: 18).
Nieto Callén sostiene otra opinión similar: se habla de lenguajes especiales cuando nos
referimos a subcódigos con características especiales (temática, situación comunicativa,
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etc.). Son formas condicionadas por grupos, variantes específicas de grupo, profesión o
técnica. No difieren del lenguaje general por características gramaticales, sintácticas o
similares, sino sólo por un vocabulario especial que sirve a las necesidades prácticas en
tanto que, con su ayuda, se comprenden realidades y procesos dentro de la especialidad
correspondiente.
1.1 LOS ORÍGENES
El interés por los lenguajes especiales data de las primeras décadas del siglo XX.
Alrededor de los años veinte y treinta, los estudiosos de la escuela de Praga
consideraban la lengua como un “sistema funcional” examinable según una perspectiva
sincrónica: el estudio de la lengua como sistema estructural conlleva el estudio de un
estado de lengua dado, considerado sincrónicamente y atendiendo a la función y las
relaciones de oposición que se establecen entre los elementos del sistema (no interesa
cómo se ha llegado a ese estado, que sería, por otra parte, una perspectiva diacrónica
que estudiaría la evolución de la lengua, objeto de estudio de la gramática histórica y
comparativa); ellos se dedicaron a la individualización de los rasgos característicos de
los lenguajes de la ciencia y de la técnica.
Sucesivamente, a principios de los años sesenta, estudiosos ingleses como Halliday y
Strevens concentraban su atención en el aspecto léxico, y se asiste a un explosión del
interés por el tema. Desde entonces se intensificaron las investigaciones sobre los
lenguajes especiales de tipo tanto teórico como aplicado (Calvi y San Vicente en
Montalto Cessi, 1998: 99).
La actitud inicial fue de tipo conservadora y, como tal, llevó a considerar este tipo de
lenguaje como un subsistema de nivel inferior y profundamente diferente respeto a la
lengua común. Dicha consideración de los lenguajes especiales dotados de
peculiaridades específicas ha tenido consenso también en numerosos estudios sucesivos,
incluso los más recientes, si bien hoy las teorías “del uso lingüístico” vienen a destacar
la idea de que toda variedad cumple su función comunicativa, y no lo hace ni mejor ni
peor que otra.
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Tales estudios tenían como objetivo individualizar las características morfológicas,
estilísticas y léxicas; con particular atención hacia estas últimas, aunque la especificidad
de estos lenguajes no depende exclusivamente de ellas.
De hecho, una clasificación basada solamente en criterios léxicos aparece sumamente
simplista y muchas veces excluye las selecciones de carácter morfosintáctico, textual, y
pragmático (nuevas teorías sobre el uso lingüístico y la comunicación, que tienen en
cuenta el contexto situacional y a los participantes del discurso, frente al estudio
tradicional de la lengua como un sistema abstracto y homogéneo que no tenía en cuenta
el concepto de “variedad”) que ponen en evidencia la especificidad de los lenguajes
especiales; con el término especificidad no se alude necesariamente a la presencia de
reglas exclusivas.
En efecto, los lenguajes especiales muestran, como característica fundamental,
adherencia a las reglas de la lengua común, aunque presentan algunas peculiaridades de
uso que los distinguen claramente.
Las investigaciones efectuadas sobre los léxicos espaciales reflejan la actitud común de
los estudiosos que se han alienado en torno a esta tesis. Algunos han esbozado los
principales rasgos de las lenguas especiales indentificando once propiedades entre las
cuales podemos destacar: exactitud, brevedad, impersonalidad y uso de tecnicismos
(Gotti, 1991: 13).
Otros estudios se caracterizan por una reducción de las características específicas,
concentrando la atención sobre rasgos como economía, precisión y concisión (Gotti,
1991: 14).
De todos modos, en ambos casos los estudios se muestran reservados a la hora de
plantear un enfoque exhaustivo sobre el argumento como rasgo claramente
diferenciador de los lenguajes especiales.
1.2 PECULIARIDADES LÉXICAS
El criterio lexicológico es el aspecto más investigado en el ámbito de los estudios
relativos a la investigación de las peculiaridades de los lenguajes especiales. La razón
principal es atribuible a el hecho de que todas las ciencias, profesiones y ocupaciones
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tienen su propio léxico, que algunas veces se considera jerga y otras tecnolecto según la
posición social del grupo que las emplee.
La lenguas especiales constituyen un modo particular de uso de la lengua común en que
determinados recursos léxicos se seleccionan, organizan y distribuyen con cierta
regularidad. En estos lenguajes, la palabra se convierte en término, o sea una unidad
léxical puramente denotativa (Balboni, 2000: 46).
Para considerar un léxico como especial siempre deben concurrir un conjunto de
variables.
La característica que, respeto de la lengua común, se considera generalmente como
distintiva es la monorreferencialidad, o sea la univocidad semántica que marca las
palabras de dichos lenguajes. En un determinado contexto, cada término se refiere
únicamente a un concepto, por lo tanto hay un único significado que es fácilmente
deducible independientemente del contexto en el que se encuentra.
Otra peculiaridad léxica es la ausencia de emotividad, determinada por la función
puramente denotativa del término que confiere a la comunicación especializada un tono
neutral e informativo.
Además, entre los rasgos característicos podemos señalar la precisión referencial
dictada por la exigencia de que cada palabra se refiera a un concepto de manera
inmediata. En consecuencia, se excluye el recurso a sistemas de referencia indirecta
(como por ejemplo el eufemismo). En el mismo sentido se habla de transparencia, o
bien la capacidad del término de evocar, a través de un simple análisis superficial del
aspecto exterior de la palabra, la idea que quiere expresar. Uno de los elementos más
empleados para garantizar la transparencia de los los lenguajes especiales es el uso de
prefijos y sufijos convencionales, que tienen valores precisos en las diferentes
disciplinas a consecuencia de los procesos de estandardización.
La lista de las característica lexicales comprende aún la sinteticidad, que induce los
especialistas a expresar los conceptos en la forma la más concisa posible y lleva
normalmente a la reducción de la extensión de un texto a causa, por ejemplo, de los
procedimientos neológicos que comportan la fusión de dos lexemas para obtener un